Hermanos Álvarez Quintero
Serafín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 26 de marzo de 1871 – Madrid, 12 de abril de 1938) y su hermano Joaquín (Utrera, 20 de enero de 1873 – Madrid, 14 de junio de 1944)
Populares dramaturgos españoles conocidos a menudo como
los hermanos Quintero o Álvarez Quintero. Autores de obras teatrales que
transmiten una visión bondadosa y amable de la vida, son la encarnación
perfecta del costumbrismo andaluz llevado al teatro.
Muy
jóvenes, cuando todavía no habían cumplido los 20 años, comenzaron a
escribir en colaboración trabajos teatrales que se representaban en el
patio de su casa. En 1889, el mismo año en que su farsa Esgrima y amor
se representaba en el teatro Cervantes de Sevilla, se dirigieron a esta
ciudad, donde vivieron durante algún tiempo con las asignaciones de
unos modestos empleos en Hacienda.
Bien pronto les hicieron populares sus trabajos: en 1897 se representaban dos obras en un acto, El ojito derecho y La reja, y al año siguiente La buena sombra.
Hacia 1900 anunciaron que tenían dispuestos 51 trabajos manuscritos;
publicaron cinco o seis al año, llegando a componer al fin más de 200,
acogidos todos con gran favor por el público y representados también
algunos en el extranjero.
Los hermanos Álvarez
Quintero representan un caso excepcional de colaboración artística y de
comunión espiritual; aun siendo muy distintos en apariencia física y en
temperamento, más franco y locuaz Serafín, más cerrado y silencioso
Joaquín, recorrieron, verdaderamente unidos, excepto la breve pausa del
infeliz matrimonio de Serafín, el camino de la vida y del arte,
ahondando con bondad y serenidad en los personajes burgueses de sus
agradables entremeses y de las comedias más ambiciosas (Los galeotes)
y reflejando, con visible tendencia hacia lo pintoresco, el espíritu y
la gracia de sus paisanos andaluces en las mejores obras, como El genio alegre.
La gracia con que recrearon los tipos, el ambiente y el
habla de su región de origen, una poesía humilde y sencilla, así como la
alegría con la que impregnaron casi todas sus obras, constituyen las
características generales de un teatro que basa todo su valor y encanto
en la frase ingeniosa y el colorido local. Sus notas defectuosas, en
cambio, habría que situarlas en una "concepción rosa" de la existencia
humana, en la superficialidad de muchas de sus escenas y en un
sentimentalismo edulcorado e insustancial.
Entre sainetes y comedias produjeron alrededor de doscientas obras del llamado género chico: El patio (1900), Las flores (1901), El genio alegre (1906), Las de Caín (1908), Puebla de las mujeres (1912), El mundo es un pañuelo (1920) y Mariquilla Terremoto (1930), son algunas de las más exitosas.
Sus
comedias dramáticas, a pesar de que obtuvieron el favor del gran
público, cayeron abiertamente en el tópico ideológico o sentimental y
fueron consideradas por la crítica como piezas de escaso valor: Amores y amoríos (1908) o Malvaloca
(1912) son ejemplos de esta producción de poca calidad literaria. Por
último, cabe mencionar la zarzuela como el otro género que desarrollaron
en distintos momentos de su carrera. Quizá la más conocida sea La reina mora, de 1903.