Eduardo Marquina, uno de los autores que propuso una letra para el himno nacional


«Gloria, gloria, corona de la Patria, soberana luz. que es oro en tu Pendón». Así comenzaba la letra que Eduardo Marquina escribió para el Himno durante el reinado de Alfonso XIII 

La Marcha Granadera huérfana de letra

El Himno Nacional tiene su origen en la la Marcha Granadera, de naturaleza militar y autor desconocido, que se usa desde que el Rey Carlos III la declaró Marcha de Honor el 3 de septiembre de 1770. La enorme popularidad que tuvo desde el principio esta pieza musical es la culpable de que el himno se haya mantenido sin letra durante más de dos siglos, a pesar de los muchos intentos. El mismísimo General Prim puso en marcha un concurso en 1870 en el que se pedían propuestas para crear un Himno Nacional. Finalmente, tuvo que declarar desierto el concurso por la baja calidad del material propuesto.


«Gloria, gloria, corona de la Patria, soberana luz. que es oro en tu Pendón». Así comenzaba la letra que Eduardo Marquina escribió para el Himno durante el reinado de Alfonso XIII. Aunque no llegó a cuajar y nunca se convirtió en una realidad, sí fue una de las propuestas que más aceptación tuvo posteriormente.

Propuesta de letra de Eduardo Marquina para el himno nacional


Gloria, gloria, corona de la Patria,
soberana luz
que es oro en tu pendón.
Vida, vida, futuro de la Patria,
que en tus ojos es
abierto corazón.

Púrpura y oro: bandera inmortal;
en tus colores, juntas,
carne y alma están.
Púrpura y oro: querer y lograr;
Tú eres, bandera, el signo del humano afán.

Gloria, gloria, corona de la Patria, soberana luz
que es oro en tu Pendón.
Púrpura y oro: bandera inmortal;
en tus colores, juntas,
carne y alma están.



Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, al poeta gaditano José María Pemán le fue encargado en 1928 que confeccionara una letra para el himno, aunque nunca llegó a tener carácter oficial y hoy es erróneamente vinculado a la Guerra Civil y al Franquismo, cuando en realidad en anterior al conflicto. En la II República se adoptó el Himno de Riego en sustitución de la «Marcha Real», pero no lo hizo de forma oficial.

Con la llegada de la Democracia Española y tras las aprobación de la Constitución se dió un soporte jurídico a la oficialidad del Himno y se encargó a Francisco Grau, Coronel Director de la Unidad de Música de la Guardia Real, su adaptación.

El Himno español, una marcha militar con un origen muy misterioso


En el S.XIX se convocó un concurso para la adopción de una «Marcha Nacional». Venció la melodía que ya llevaba tres siglos representando a España y de la que se desconoce su autor


¿Y si el Himno español no fuera el que todos conocemos actualmente? ¿Y si tuviera cierto aire a la Marsellesa? ¿O contara en su partitura las penurias de una gran batalla? Puede que estas preguntas parezcan lejanas e imposibles de materializarse a día de hoy, pero lo cierto es que hubo un momento, hace casi 150 años, en que el general Prim organizó un concurso con la intención de que la «Marcha Granadera» o «Marcha de Granaderos» (la melodía actual que representa a España) pasara a mejor vida y fuera sustituida por una nueva composición más acorde con la revolución liberal que acababa de vivirse en nuestro país. La idea no cuajó, pero dejó para la posteridad más de 400 ejemplos de tonadillas, cada una más curiosa que la anterior, que pudieron convertirse «Marchas Nacionales».


Y es que, el himno que miles de personas pitaron hace algunas semanas durante la final de la Copa del Rey cuenta con tres siglos de vida a sus espaldas en los que –aunque ha mutado de marcha militar a Real- se ha mantenido ligado a nuestro país de forma irremediable. En todo este tiempo, tan sólo ha habido 10 años en los que la melodía oficial de nuestro país pasó a ser el «Himno de Riego». Así pues, durante penurias tales como la Guerra de la Independencia (en la que andábamos dándonos de bofetones contra Bonaparte) los habitantes de estos lares usaban la «Marcha Granadera» como un canto de unión frente al enemigo.

El nacimiento de la «Marcha de Granaderos»



Para hallar el alumbramiento del himno español es necesario viajar en el tiempo hasta el principio del Siglo XVII (más concretamente, hasta 1749). Fue en aquellos años cuando Fernando VI decidió unificar y reglamentar los «toques de la guerra». Es decir, aquellas melodías o tonos diferentes que hacía sonar cada unidad militar cuando –por ejemplo- rendía honores a su rey. Dentro de esa ingente cantidad de piezas musicales que se debían regular se hallaba una tonadilla llamada «Marcha de los Granaderos» (debido a que era usada por estos grupos de infantería). Eso sí, algunos estudiosos como Juan María Silvela Miláns del Bosch (coronel de Caballería y autor del dossier «El Himno nacional») creen que, por entonces, aún no se había puesto todavía por escrito.


A pesar de ello, en la primera reglamentación oficial que se hizo de los «toques de guerra» (la cual finalizó en 1751) ya se hacía referencia a la «Marcha de Granaderos». «Siempre que cualquiera tropa marche con las formalidades correspondientes, tocarán marcha los tambores que haya en ella; y si los granaderos marchan solos, utilizarán entonces la “Marcha Granadera”», determina, refiriéndose a un documento de la época, del Bosch en su obra. Esta canción, todavía sin escribir (aunque probablemente tocada ya por bandas militares) fue el germen de nuestro actual Himno español.


Es necesario avanzar hasta el año 1761 para encontrar un documento en el que la «Marcha de Granaderos» cuente ya con una partitura concreta. Esta fue encontrada en el «Libro de la Ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan nuevamente en la Infantería española», un manuscrito en el que aparece dicha melodía puesta sobre papel por primera vez. «El libro era de Manuel Espinosa de los Monteros, por lo que se atribuye la creación de la marcha a él, pero realmente no se puede certificar su autoría. Puede ser que solo la arreglara (la adaptara) para los “toques de guerra”. En la carpeta de un compositor puede haber muchas partituras, pero eso no significa que sean suyas, pueden ser simplemente partituras que esté recopilando o arreglando» explica, en declaraciones a ABC, Antonio Lillo Parra, responsable de los archivos musicales de la Biblioteca Central Militar.


A lo largo de esa década se sucedieron varias reglamentaciones para los «toques de guerra» (todos ellos, interpretados por los militares a pífano -una pequeña flauta- y tambor) hasta que, finalmente, quedaron todos regulados en 1769. El resultado fue recogido en un «Cuaderno impreso» (como así se llamaba) que contenía todas las tonadillas de infantería y que fue entregado a cada unidad española. «En el “cuaderno” citado nos encontramos con la “Marcha de Granaderos” cuya instrumentación incluye, además de los pífanos, dos clarinetes. A Espinosa se le reconoce en la citada portada del cuaderno como concertador», añade del Bosch en su obra.

Un misterioso origen


A pesar de que varios expertos como Begoña Lolo reconocen como autor de la «Marcha Granadera» a Espinosa, existen otras tantas teorías sobre la melodía en la que se basó para idearla o el lugar del que la recopiló. La primera de ellas es la que afirma que la música original data de mediados del Siglo XII. «Es probable que la “Marcha de Granaderos” tenga su antecedente en la Cantiga de Alfonso X el Sabio, concretamente en la número 42. En ella hay unos compases que puede ser que inspirasen al autor», destaca Lillo.


Con todo, también se baraja la posibilidad de que el futuro himno español fuese un regalo del rey Federico II de Prusia a Carlos III a través del Conde de Aranda. Este mito se dio a conocer gracias a un periódico llamado «La España Militar», que lo publicó en 1861. Sin embargo, a día de hoy se ha descubierto que es totalmente falso. 


«Ha quedado descartado con absoluta certeza que la Marcha Real haya sido un regalo de Federico II. Ricardo Fdez. de Latorre el más prestigioso historiador de la música militar en su obra la Música Militar de España nos aclara con rotundidad y nos da las siguientes razones. En primer lugar, afirma que el conde de Aranda era embajador en Polonia no en Prusia. Por otro lado, La entrevista no se halla fechada ni documentada ni consta en la hoja de servicios de Conde de Aranda quien, además, regresó a España en 1762 para dirigir la campaña de Portugal. Finalmente, El Manuscrito de la Música Militar de Ordenanza es de 1761», añade Liloo.


A su vez, también se cree que puede estar basado en una pavana de Enrique de Valderrábano. «Una pavana es una parte de una suite en la que se baila como un pavo», añade el militar a ABC. De la misma opinión es del Bosch, que afirma que ambas melodías cuentan con grandes similitudes: «Esta pavana es una sucesión de 18 acordes con sus notas de paso y no es posible atribuir al azar tan exacta correspondencia. La “Pavana Real”, de la que ignoramos su autor, debió ser encargada por Gonzalo de Ayora, capitán de la guardia personal de Fernando el Católico, con el fin de acompañar a los reyes y desfilar con andar rítmico».

De «Marcha de Granaderos» a «Marcha Real»

Con el paso de los años, la «Marcha de Granaderos» empezó a ser ampliamente conocida a lo largo y ancho de nuestro país lo que, sin duda, garantizó que se fuera ganando un hueco entre los españoles. La razón fue sencilla: como los granaderos eran las tropas que, usualmente, desfilaban ante los reyes, la banda siempre entonaba esta melodía. «Cómo resultado lógico, los madrileños y los visitantes de la ciudad terminaron por identificar la composición de Espinosa con las personas de la realeza», añade del Bosch. De hecho, tal fue su arraigo que en la Guerra de la Independencia esta composición se usó para representar la resistencia contra los hombres de Napoleón Bonaparte.

«Estas circunstancias pudieron ser algunos de los motivos de que se decretase, el 3 de febrero de 1815, que la marcha designada como “española” se interpretase como único toque de honor en cualquier circunstancia e independientemente de la unidad que rindiera honores [a los reyes], pero muchas ya la estaban utilizando. Lo que se buscaba principalmente es que las unidades españolas no utilizaran músicas francesas», añade el español en su obra. Así pues, de escucharse ya en la mayoría de los actos de la realeza, la «Marcha de Granaderos» pasó a estar en todos los lugares de España de manos del ejército.

Prim y un concurso que decidirá un himno

La «Marcha Real» continuó su andadura –siendo suprimida y posteriormente readmitida- hasta mediados del Siglo XIX. Aquella época fue sumamente convulsa para España, pues -en el año 1868- los generales Prim y Serrano y el almirante Topete se rebelaron contra Isabel II y las viejas instituciones de la Península. Tras lograr vencer a los partidarios de la reina, los «progresistas» (como se les conocía) decidieron renovar radicalmente las instituciones nacionales y los símbolos asociados a nuestro país. La antigua «Marcha de Granaderos» no se libró de este lavado de cara, pues era vista como una música del Antiguo Régimen.
 
Así pues, se suprimió la categoría de «Marcha Real» de la «Marcha de Granaderos» y, el 4 de septiembre de 1870, fue convocado un concurso para buscar una nueva melodía con la que el ejército pudiera honrar a sus superiores. O eso se creía en principio. Sin embargo, la idea de Prim (líder por entonces del movimiento) iba mucho más allá, pues pretendía que la composición que se alzase con la victoria pasase a ser considerada «Marcha Nacional». Es decir, que se transformara en el Himno de España. 


A su vez, en la orden que establecía las normas del concurso (firmada por el mismísimo Prim) se establecía también que la melodía debía ser compuesta «a paso regular en compas de compasillo, de estilo brillante y majestuoso» y que se otorgaría al compositor ganador con «una distinción honorífica y 2.000 pesetas». Para garantizar la objetividad a la hora de seleccionar la música (y que no influyeran las ideas políticas del compositor) el gobierno ordenó enviar la partitura en un sobre lacrado en el que se incluiría el nombre, la dirección de su autor y, finalmente, la forma en la que sería llamada la marcha. Acaba de comenzar una competición para determinar qué música representaría a nuestro país a nivel internacional en los años venideros.


Tras la inauguración del concurso se aceptó la participación de 447 melodías aunque, según afirma del Bosch, es muy probable que se recibieran muchas más. «Entre los autores se encontraban los mejores músicos de la época, como Tomás Bretón, Ruperto Chapí con cuatro marchas, Federico Chueca, Manuel Penella…», añade el experto. Los temas, como cabía esperar tras una revolución, hicieron en muchos casos referencia a la caída de la monarquía, a la batalla de Alcolea (una contienda a orillas del Guadalquivir entre las tropas de Isabel II y los sublevados con victoria de los segundos) y a la patria. Muchas de ellas, incluso, tenían ciertas similares con la Marsellesa. Algo lógico si se tiene en cuenta que los gabachos acababan de pasar (como aquel que dice) por la Península.


Cinco melodías que se presentaron al concurso

Archivos de Audio cedidos a ABC por el Instituto de Historia y Cultura Militar. Pertenecientes al disco «Origen y evolución. Himno Nacional de España», editado por el Ministerio de Defensa
1-¡¡¡Iberia!!!. Autor: Manuel Albert de la Peña. Puedes escucharla pinchando aquí.
2-Marcha Real Democrática. Autor: T. Bretón. Puedes escucharla pinchando aquí.
3-La Septmbrina. Autor: M. del Valle. Puedes escucharla pinchando aquí.
4-Marcha Nacional. Autor: M González y Valls. Puedes escucharla pinchando aquí.
5-La Libertad de la Patria. Autor: Anónimo. Puedes escucharla pinchando aquí. 

El jurado y los problemas

Para elegir la melodía se seleccionó un jurado formado por tres compositores: Miguel Hilarión Eslava, Francisco Asenjo Barbieri y Pascual Juan Emilio Arrieta. No obstante, el primero tuvo que ser sustituido por el también musicólogo Baltasar Saldoni debido a una enfermedad. Sobre ellos recayó la difícil tarea de elegir un máximo de tres composiciones. Parece que fue una tarea demasiado ardua pues, tras pasar varios días, decidieron que ninguna contaba con tanta calidad como para ser el himno de nuestro país, con lo que el concurso fue declarado «desierto».


«Ninguno de los cuatro compositores quiso pasar a la historia por ser el protagonista de la supresión de un himno tan arraigado ya en la conciencia popular. No insistieron mucho en su calidad artística, pues entre las composiciones presentadas habría seguramente algunas extraordinarias, aunque afirmaban de “nuestra antigua Marcha Real que era artísticamente de lo mejor y de lo más apropiado que puede inventarse”. Justificaron su decisión, en consecuencia, con el siguiente argumento: “en los cantos nacionales, a pesar de su mayor o menor bondad artística, entra por mucho la significación que les presta la costumbre o el capricho de los pueblos», determina del Bosch.

 Con la decisión tomada en firme, el 8 de enero de 1871 la «Marcha Real» (antigua «Marcha de Granaderos») fue seleccionada como «Marcha Nacional» española. El artífice de la decisión no fue otro que Amadeo I de Saboya (un monarca que vino desde Italia tras ser elegido por el Parlamento). De esta forma, se oficializó como himno una melodía que, hasta ese momento, ya lo había sido a todos los efectos. Con todo, hubo que esperar hasta el Siglo XX para que, mediante unos arreglos, pudiese ser tocada por una banda de música.


«Hasta ese momento la Marcha era tocada por una banda de guerra (y por lo tanto, por instrumentos de guerra –pífanos y tambores principalmente-). Tras los arreglos ya pudo ser tocada por una banda de música (con instrumentos de armonía, es decir oboes, clarinetes, liras etc.). Los arreglos se oficializaron el 27 de agosto de 1908 y el encargado de llevarlos a cabo fue Pérez Casas –director de la banda de alabarderos de Alfonso XIII-», explica Lillo en declaraciones a ABC.

Así continuó la «Marcha Nacional» hasta la llegada de la II República, cuando fue sustituida por el «Himno de Riego». Por su parte, Francisco Franco volvió a recuperarla en 1937. Desde ese momento, se han sucedido algunos arreglos del himno, aunque siempre manteniendo como fondo la canción con la que los granaderos, la infantería de élite del Ejército español, marchaba en el Siglo XVIII ante el rey.

Tres Joyas de la «Marcha Real»



En un soleado día de junio, Antonio Lillo entra a su despacho como cada mañana. Su lugar de trabajo se encuentra en el interior del Instituto de Historia y Cultura Militar, ubicado –a su vez- en la madrileña zona de Moncloa. 


Tras una vida dedicada a la música marcial, Lillo es a día de hoy el encargado –junto a tantos otros- de combatir el olvido que sufren las melodías castrenses en nuestro país. Su tarea es ardua, pues lucha jornada tras jornada contra aquellos que quieren asociar la «Marcha de Granaderos» -actual Himno español- con Francisco Franco. «La “Marcha Real” nació hace más de dos siglos, no se puede limitar solo a esa época», explica a ABC.


Su mesa está rodeada de discos con siglos de antigüedad, vitrinas con partituras de un valor incalculable e instrumentos de bandas militares con mucha solera. Todos son tesoros de la música y, algunos de los mismos –que pasan inadvertidos para los neófitos en el tema-, están relacionados íntimamente con la «Marcha Granadera». En su colección privada, Lillo cuenta con algunas grabaciones de la “Marcha Real” posiblemente únicas que podrían encontrarse perfectamente en un museo por su gran valía.


«La primera está grabada en un valioso disco de hierro y zinc, disco que se hizo en Italia entre los años 1870-1875», explica. Aunque a simple vista el objeto no es más grande que una hoja de papel, su contenido es sublime. No es para menos, pues –si lo pusiéramos en el reproductor adecuado- nuestros oídos podrían escuchar una «Marcha Real» con más de un siglo de antigüedad.

La segunda está elaborada en pizarra, un material mucho más frágil y, por lo tanto, más difícil de preservar. «Es interesantísima, pues fue interpretada por la Banda del Regimiento de Granaderos del Rey Guillermo. La grabación es la original (de entre los años 1890-1900) y probablemente, una de las pocas que se hizo de la melodía antes de que, en el año 1908, se llevasen a cabo los arreglos pertinentes por Bartolomé Pérez Casas para que la composición pudiese ser tocada por una banda de música. Es, casi con total seguridad, la única que queda», completa Lillo.


La tercera grabación que muestra Lillo también de pizarra: «Contiene la “Marcha Granadera” interpretada por la Banda de Alabarderos de Alfonso XIII. El decreto de la reforma de la Marcha Real es del día 27 de Agosto 1908, por lo que queda claro que esta grabación se hizo pocos días antes. Los tres discos son joyas con una gran historia a sus espaldas. Tres tesoros relacionados íntimamente con el himno de España. «Pensamos que estos discos son fiel testimonio de la Historia de España y deberían estar custodiados por las instituciones del Estado», completa.


Antes de partir, la pregunta es obligada: «¿Qué siente cuando se pita el himno español?». Su respuesta es elegante y clara a la vez: «¿Qué opinaría usted si abuchearan o pitaran a su madre?». 


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