Novela histórica SINUHÉ, EL EGIPCIO – Mika Waltari


Es una tarea harto dificultosa la de reseñar una novela por todos conocida y de una calidad tal que nada más es necesario decir sobre ella salvo que su lectura es imprescindible y su presencia física también lo es en cualquier biblioteca que se precie. Con esto podrá el lector darse por satisfecho; que no quedará defraudado.

A igual que en Yo, Claudio o en El Conde Belisario, el lector olvida por completo que la obra que está leyendo fue escrita por uno de sus contemporáneos, creyendo que el autor es el narrador que de forma tan directa y cercana se comunica con él. También aquí las primeras líneas son sorprendentes y terriblemente atractivas, que dejan muy claras las intenciones del escritor ficticio:

“Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo al provenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidad que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo, y sobre este punto creo diferenciarme de todos los escritores pasados o futuros.”

También en esta obra, he sentido una simpatía inexplicable por el personaje y me he rebullido en mi asiento de inquietud y preocupación, de temor y de un escepticismo claro y natural. He, incluso, llegado al punto de cerrar el libro de golpe y dejarlo en algún sitio. He llegado a sentir verdadero nerviosismo al leer; no, al vivir; los hechos que Sinuhé protagoniza. He llegado a colmarlo de halagos. He llegado a tacharlo de estúpido. He llegado a tacharlo de irresponsable. Y, finalmente, cuando mi estima por el personaje era bajísima, he llegado a felicitarle por sus triunfos. Porque Mika Waltari te lleva de la mano y te sumerge en el mundo de los faraones. Porque el finés muestra tal maestría a la hora de relatar las memorias de Sinuhé que el lector no cabe en sí del gozo tan inmenso y de las emociones tan reales que experimenta al leer esta novela. Que, además, es histórica. Pues, muchísimo mejor. Porque cuando ya las emociones han desaparecido, queda el conocimiento, el saber adquirido durante la lectura, el concepto de la vida en Egipto. Y es por eso, hislibreros, que me puedo tachar de historiófilo. Porque es esto literalmente, “amor por la Historia”.

Cabe destacar el humor que se asoma en muchos diálogos y que está presente a lo largo de toda la novela. En boca del esclavo de Sinuhé, Mika Waltari, crea las situaciones dialógicas más sorprendentes que se puedan imaginar. Es tal la socarronería, la astucia y el ingenio del susodicho personaje que el lector puede, ciertamente, reírse a carcajadas; que los de alrededor lo comprenderán cuando lean lo mismo.

Quizás lo único negativo a destacar es la rapidez con la que despacha el final. La campaña militar de Horemheb se relata con excesiva ligereza aunque, verdaderamente, consigue dejar la impronta del horror y la aversión por la matanza en el papel.

Es, en definitiva, una excelente novela. Y ésta es- creo- la conclusión a la que llegarán la mayoría de los lectores.

Atilio