Christopher Marlowe y William Shakespeare fueron dramaturgos rivales que colaboraron en varias obras, según la Oxford University Press.
Espía doble, ateo hereje, conspirador católico, homosexual promiscuo, pederasta incorregible son algunas de las descripciones atribuidas al dramaturgo isabelino Christopher Marlowe, muerto en circunstancias misteriosas en 1593.
Hay una nueva: coautor de por lo menos tres de las primeras obras de su contemporáneo William Shakespeare; la trilogía de Enrique VI.
Ambos autores aparecerán en las páginas titulares de estas tres obras en la nueva edición del canon shakesperiano de Oxford University Press, que será lanzada a finales de octubre.
Es el resultado de una investigación internacional de 23 académicos en cinco países, utilizando métodos tradicionales y tecnología de punta para analizar los textos antiguos que determinó que sí hubo colaboración entre estos dos gigantes del teatro inglés del siglo XVI.
El reconocimiento de este segundo autor en parte de la obra shakesperiana pondría fin a las ideas que Marlowe y Shakespeare fueron la misma persona y a otras teorías que cuestionan la autoría del "Bardo de Avon".
Pero la vida de Christopher Marlowe y su misteriosa muerte a la edad de 29 años continúan intrigando a los académicos.
Una vida de intriga
La única imagen que posiblemente representaría a Christopher Marlowe es de un óleo descubierto, en 1952, en el Colegio de Corpus Christi de la Universidad de Cambridge, su alma máter.
Retrata a un hombre joven, elegantemente vestido, con melena, mirada ladina y sonrisa seductora.
La pintura incluye fechas que coinciden con la edad de Marlowe y el año en que se sabe que se graduó de dicha universidad y un texto en latín: "Quod me nutrit me destruit" ("Aquello que me nutre me destruye").
El sugestivo texto añade a la sensación de ambigüedad del hombre retratado; algo esconde.
Ya sea una ambivalencia sexual, una afiliación al catolicismo proscrito, un ateísmo proselitista, un servicio en secreto a la inteligencia del Estado, todas eran consideradas actividades subterráneas y peligrosas en esa época que varios investigadores asocian con Marlowe.
Se sabe que nació en febrero de 1564, el mismo año que Shakespeare, pero, en contraste a éste, recibió una educación universitaria en Cambridge.
Su época de estudiante está envuelta en irregularidades, muchas que tienen que ver con sus largas ausencias de las aulas hasta el punto en que la institución quería negarle su título de grado.
Pero el Consejo Privado de la reina escribió a la universidad para que se le otorgara el diploma por sus "buenos servicios" a la corona en "asuntos que benefician a su país", una recomendación que alentó las teorías de que había fungido como espía al servicio de inteligencia de la nación.
"Poderosos renglones"
Después de eso, se lanzó al mundo del teatro, un ambiente que también estaba infiltrado por individuos de turbia reputación, actividades ilícitas y cuestionables actividades.
Shakespeare era prácticamente un desconocido cuando Marlowe se consagró durante un breve período como el más exitoso dramaturgo del escenario isabelino.
Fue uno de los primeros autores ingleses en escribir en verso libre, un estilo que se popularizó en la época y muchos se referían a sus versos como los "poderosos renglones de Marlowe".
Sus obras más famosas son Tamerlán el Grande, El Judío de Malta y el Doctor Fausto, escritas entre 1587 y 1589.
Abordaba temas y personajes extravagantes y entretenedores pero también polémicos, como la obra histórica de Eduardo II con la abierta homosexualidad de su protagonista.
En una época de estricta censura, a Marlowe le gustaba ver qué tan lejos podía ir con sus escritos y con sus ideas alternativas de sociedad, política y religión.
Alguna de éstas lo debió haber metido en líos pues, en mayo de 1593, murió violenta y misteriosamente en una taberna en Deptford, al este de Londres.
Los peritos que hicieron el levantamiento del cadáver registraron que había muerto instantáneamente de una cuchillada en un ojo tras una pelea de borrachos discutiendo por la cuenta.
Pero las turbias actividades y amistades de Marlowe han dado mucho espacio para la especulación.
Mito shakesperiano
Posiblemente una orden de eliminación emitida por la reina Isabel por su supuesto ateísmo o un asesinato perpetrado por agentes del servicio de inteligencia, hasta un homicidio pasional por un amante, todas hacen parte de las teorías.
La más llamativa, desde el punto de vista literario, es que Marlowe fingió su muerte y asumió la personalidad de un tal William Shakespeare para seguir escribiendo.
Esta creencia queda desmentida con la próxima edición de la obra de Shakespeare de la Oxford University Press, que le otorga por primera vez la coautoría a Marlowe de Enrique VI, Partes 1, 2 y 3.
También acaba con el mito que Shakespeare escribió solo y fue autor único de la obra que le atribuyen las ediciones anteriores.
En realidad, la práctica del teatro isabelino de producir libretos a varias manos era más común de lo que se pensaba.
Shakespeare, Marlowe, Thomas Kyd, John Fletcher, Ben Johson entre varios destacados dramaturgos de la época pudieron haber escrito sus propias obras pero no hay duda de que colaboraron entre ellos con varias otras.
Dramaturgia isabelina
La competencia y la necesidad de producir libretos rápidamente hacían necesaria una distribución eficiente de tareas entre los dramaturgos.
Aquellos que se especializaban en soliloquios o escenas trágicas se encargaban de ellas, los que escribían mejor versos cómicos o escenas de acción se podían dedicar a éstas.
Además, nunca existía un libreto final. Este se modificaba según las circunstancias, límite de tiempo, la cantidad de actores disponibles, el público al que se le presentaba o si algún evento especial motivaba la inclusión de un monólogo adicional alusivo.
Se sabe que fue una época muy prolífica para el teatro pero el problema para los académicos modernos es que muchos de los textos están perdidos.
Por lo general el manuscrito en sí no se consideraba valioso y sólo había una copia para evitar la piratería.
En varios casos apenas se conocen los títulos o sobreviven fragmentos o textos severamente editados o adulterados y hay muchas otras anónimas.
Gracias, en parte, a los buenos oficios de dos actores colegas de Shakespeare, John Heminge y Henry Condell, que recolectaron y publicaron una edición especial de su obra -conocida como el Primer Folio- es que unas 40 piezas del autor se conocen.
Heminge y Condell atribuyeron todas las obras del Primer Folio a Shakespeare pero los análisis subsiguientes han identificado pasajes en el estilo de otros autores contemporáneos.
Ahora, la Oxford University Press añade uno más al canon Shakesperiano, Christopher Marlowe, y se cree que unas 17 piezas del bardo se escribieron en colaboración.