Artur Moeller van den Bruck : "El Liberalismo es la muerte de las naciones"

Artur Moeller van den Bruck

("El Tercer Imperio Alemán"), escrito en 1922.
El Liberalismo es la muerte de las naciones

El liberal profesa hacer todo lo que hace por el bien del pueblo; sin embargo, destruye el sentido de comunidad que debe vincular a los hombres sobresalientes al pueblo del que surgen. El pueblo debe estimar naturalmente al hombre excepcional, no como un enemigo, sino como una muestra representativa de ellos mismos.

El liberalismo es el partido de los advenedizos que se han entrometido, ellos mismos, entre el pueblo y sus grandes hombres. Los liberales se perciben a sí mismos como individuos aislados sin responsabilidad ante nadie. No comparten las tradiciones de la nación, son indiferentes de su pasado y no tienen ambición por su futuro. Ellos sólo buscan su propio beneficio personal en el presente. Su sueño es la gran internacional en la cual las diferencias de los pueblos y lenguas, razas y culturas son borradas. Para promover esto, están dispuestos a utilizar al nacionalismo, el pacifismo o el militarismo, según lo conveniencia del momento. Con escepticismo preguntan: “¿Qué es por lo que estamos viviendo?” Cínicamente contestan: “¡Sólo el simple hecho de vivir!”
El liberalismo ha socavado la civilización, ha destruido las religiones, ha arruinado naciones. Los pueblos primitivos no conocen el liberalismo. El mundo para ellos es un lugar sencillo donde un hombre comparte con el otro. Instintivamente ellos conciben la existencia como una lucha en la que todos los que pertenecen en modo alguno a un grupo debe defenderse a sí mismos contra los que los amenazan.

Los grandes estados siempre han mantenido al liberalismo vigilado. Cuando un gran individuo surge entre ellos, alguien quien dé una nueva dirección a la historia, han sido capaces de incorporarle a su tradición, para que sus logros contribuyan a su continuidad.

Naciones que han dejado de sentirse como un pueblo, que han perdido el instinto de Estado, dieron al liberalismo su oportunidad. Las masas permitieron que una corteza superior se construyera en la superficie de la nación. No una vieja aristocracia natural cuyo ejemplo había creado el Estado; sino un estrato secundario, un peligroso, irresponsable, despiadado estrato intermedio que se incrustó a sí mismo entre ellos. El resultado fue el imperio de una camarilla unida sólo por el interés personal al que le gustaba designarse a sí mismo como lo mejor del pueblo, para ocultar el hecho de que estaban conformados por nuevos ricos e inmigrantes, de libertos y advenedizos. No les importaba si su arrogancia y el recién ganado privilegio fueran adornados con las concepciones de una ideología feudal o radical, aunque ellos prefirieron una delicada sugerencia de aristocracia. Pero les resultó más efectivo y exitoso llamarse a sí mismos como demócratas.

Traducido del inglés por Manuel Ortiz