Biografía de Norinaga Motoori

Norinaga Motoori

Motoori Norinaga (本居宣長? Matsuzaka, provincia de Ise; 21 de junio de 1730 – Matsuzaka; 5 de noviembre de 1801) fue un erudito japonés del Kokugaku (estudio de la antigua cultura y literatura japonesa) durante la era Edo. Es probablemente el más conocido y el más prominente de todos los eruditos en esta tradición. Poeta y pensador japonés, nacido en 1730 y fallecido en 1801. Por la profundidad de sus reflexiones filológicas, filosóficas y políticas, es una de las mayores figuras intelectuales del período Edo (1600-1868).


Era hijo de un comerciante de Matsusaka, en la provincia de Ise, alternó sus estudios de medicina con una variada y extensa formación humanística, en la que enseguida sobresalió por su brillantez en el análisis de la literatura -y, en particular, de la poesía- japonesa. A partir de 1757, a pesar de que ya ejercía la profesión médica en Marsusaka, su nombre comenzó a brillar por las agudas charlas literarias que solía dictar, a cuyo reclamo acudieron a oírle desde todos los rincones del país.

Alentado por la popularidad que le habían reportado estas conferencias informales, se consagró de lleno al estudio de la literatura japonesa, centrándose en el período Heian (798-1185) y en una de sus obras más representativas: la célebre narración épica de Shikibu Murasaki, titulada Genji Monogatari, considerada la primera narración extensa de las Letras orientales. Agotado este campo, orientó el objetivo de sus estudios hacia los orígenes de la lengua japonesa escrita, y perfeccionó un adelantado método filológico para descifrar los textos más antiguos.

El conocimiento de estas fuentes le llevó hasta el estudio de las historias y leyendas más antiguas del Japón. Así, en 1764 dio comienzo a la redacción de su proyecto más ambicioso, los Comentarios sobre Kojiki, un magno estudio sobre la primitiva mitología nipona, que no vio concluido hasta 1798. Constituidos por cuarenta y cuatro volúmenes, estos minuciosos Comentarios... dieron pie a Norinaga para adentrarse en el terreno de la opinión política, en el que se distinguió por su visión del Japón como una comunidad idealizada, formada por la descendencia de los remotos dioses sintoístas.

En realidad, lo que Motoori Norinaga encabezó con sus tesis político-religiosas fue una reacción contra los excesos de los kangaru ('estudios chinos') que habían proliferado en Japón durante todo el siglo XVIII. Frente a esta pasión sinófila de algunos intelectuales de su tiempo, Norinaga encabezó la corriente de los kokugaku ('estudios nacionales'), que volvieron sus ojos hacia los orígenes sintoístas como manifestación genuina de lo específicamente japonés. Al hilo de esta inmersión en el sintoísmo, la preocupación intelectual de Norinaga se orientó hacia el campo de la filosofía, en el que especuló sobre la validez de lo perenne y duradero. En su pensamiento, no es la razón abstracta la que fija estos valores inmutables, sino el orden social establecido, en el que sobresale la importancia que concede al linaje imperial japonés. Para argumentar estos postulados, Norinaga desdeña el papel de la razón (que queda limitada a mera fuente del conocimiento objetivo) y resalta la importancia de una forma de conocimiento mucho más profunda, en la que el sujeto conocedor y la cosa conocida se fusionan y vibran juntos, compartiendo una misma sensibilidad. Así, el acto de conocer es una vivencia que trasciende la separación entre el conocedor y lo conocido.

La importancia de estas ideas de Norinaga (y, en general, de todos los defensores de los 'estudios nacionales') quedó bien patente en el siguiente período de la cultura nipona, el de la restauración Meiji (1862-1912), en el que el sintoísmo fue desplazando progresivamente al confucionismo hasta dar lugar a una versión modernizada de la antigua religión japonesa, basada en la ética y la política nacionalistas.

En su conjunto, sumando todas sus aportaciones filológicas, filosóficas, políticas, religiosas y poéticas, la producción escrita de Norinaga alcanza una impresionante extensión, en la que tienen cabida noventa títulos, recogidos en doscientos sesenta volúmenes.

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