Nikolái Karamzín
Prosista e historiador considerado el padre de la
historiografía rusa (Známenskoye, provincia de Simbirsk, 1 de diciembre de 1766 + San Petersburgo, 3 de junio de 1826) . Realizó los estudios superiores en Moscú, pero no
halló en seguida su verdadero camino, y, en la incertidumbre, se
estableció en Simbirsk, donde permaneció unos dos años. Vuelto a la
capital moscovita, entró en contacto con los ambientes cultos de la
época y conoció a personalidades como el publicista Novikov y el poeta
Dmitriev; sin embargo, tampoco esta vez pudo encontrar una ocupación
satisfactoria. Poseedor de los medios para ello necesarios, resolvió
entonces conocer Europa, y así, durante más de un año, o sea desde mayo
de 1789 hasta septiembre de 1790, visitó Alemania, Suiza, Francia e
Inglaterra, países en cuyas principales ciudades se detuvo.
Una vez de nuevo en Moscú, empezó a publicar la relación de su viaje en la Revista moscovita bajo el título Cartas de un viajero ruso.
En 1792 el citado periódico fue suspendido, resolución posiblemente
relacionada con la detención de Novikov, y Karamzín se retiró al campo,
donde preparó algunas narraciones que revelan la influencia de la novela
lacrimosa inglesa, entre ellas la celebérrima La pobre Liza. En
1796 dio a la luz una antología de poetas rusos, y el año siguiente
acabó otra de escritores extranjeros, de la cual la censura quitó a
Cicerón, Salustio y otros clásicos. Sin embargo, precisamente por aquel
entonces, entre 1796 y 1801, o sea durante el reinado de Pablo I,
Karamzín fue generalmente reconocido como la figura más importante de su
generación.
En 1802, al iniciarse el gobierno de Alejandro I, empezó a publicar la revista El mensajero de Europa,
que revelaba ya la tendencia del escritor a pasar de la literatura a la
política y a los estudios históricos. Dos años después, en efecto,
abandonaba cualquier otra actividad literaria para dedicarse a la
preparación de la gran obra a la que su nombre quedó luego vinculado, la
Historia del Estado ruso, cuyos ocho primeros tomos aparecieron
en 1816 y alcanzaron un éxito verdaderamente clamoroso, debido quizá, en
parte, a la actitud singularmente ecléctica del historiador, que se
debatía entre las aspiraciones liberales de la época y su propia fe en
la tradición rusa. Convertido en un clásico de la historiografía rusa,
esta obra inacabada es una relación llena de color, pero un tanto
parcial, de la historia política de su país.
Los tres últimos volúmenes de la obra fueron
publicados en el curso de los años siguientes, cuando ya en Europa iban
apareciendo las primeras traducciones de los tomos anteriores. A partir
de 1804 la existencia de Karamzín fue monótona; son de señalar
únicamente sus estrechas relaciones con el emperador, que fueron motivo
de una memoria política de Karamzín de 1811 en defensa de la autocracia.
Falleció poco después de la muerte del soberano (que le impresionó
profundamente), mientras preparaba la edición del undécimo volumen de la
Historia, que fue completado por D. N. Bludov.
Nikolái Karamzín es estimado como la figura mas
importante de la historiografía de su país y el valedor de la reforma
lingüística gracias a la cual se eliminaron eslavismos arcaicos y se
crearon nuevos vocablos con la aplicación de los sistemas de derivación
de otras lenguas, pero dentro de la más estricta ortodoxia rusa. Fue un
maestro de la crónica viajera y del poema épico narrativo, dentro de la
más fiel tradición del sentimentalismo ruso. Conocedor de varios idiomas
y fiel seguidor de los postulados de los ilustrados franceses, fue
miembro de la Academia Rusa desde 1818. Su poesía, delicada y lírica, no
llegó a ser tan original como su prosa.
Sus Cartas de un viajero ruso (1789-1790)
reflejaron fielmente su alma y describen sus viajes por Alemania,
Inglaterra y Francia; en ellas se puede apreciar la influencia que La Nueva Eloísa
de J. J. Rousseau ejerció sobre él. Los méritos de Nikolái Karamzín y
la escuela sentimental rusa consistieron en la descripción del hombre y
su vida cotidiana y en la introducción de sentimientos humanos en la
literatura, tales como los fracasos amorosos y otras temáticas
melancólicas. La pobre Liza (1792), cuento de amor y suicidio, es
un verdadero ejemplo de la nueva sensibilidad que acompañó la obra de
Karamzín, tendencia que se introdujo en Rusia a través de la masonería.