"La dama de las Camelias" está inspirada
en la historia de Marie Duplessis, una cortesana parisina del siglo XIX
que mantuvo un romance con el propio autor del libro y, que a su vez,
estuvo relacionada con personalidades relevantes de la época.
La obra pertenece a un movimiento
literario llamado Realismo, el cual, pone de manifiesto la crudeza de la
realidad y se centra en el perfil psicológico de los personajes. Esta
novela me ha parecido la radiografía de un enfermo esqueleto social
caracterizado por la opulencia, pero por cuya porosidad rezuma la
evidencia de unos rígidos referentes sociales. La doble moral se expone y
critica abiertamente para que el lector se sienta involucrado en la
lectura, y la juzgue. No obstante, es un libro que contiene una historia
de amor de las más extraordinarias y dramáticas de la literatura
universal.
La historia comienza en 1847, cuando el
narrador, persona que relata los hechos corroborados mediante testigos y
por él mismo en el desenlace, se siente atraído por la subasta de las
pertenencias de Marguerite Gautier, que tras su muerte, son subastadas
para sufragar las deudas que la acuciaban en vida.
Marguerite, una bella chica de campo que
deja su hogar para vivir en París, comienza una vida de lujo
desenfrenado y se convierte en la famosa mantenida de un duque. Utiliza
ropa exquisita, elegantes cupés, tiene un piso repleto de objetos
costosos y es asidua a eventos sociales, pero, a diferencia de otras
mujeres de su misma condición, hace lo posible para pasar inadvertida.
Este distanciamiento la rodea de un halo de misterio que despierta el
interés de acaudalados y prestigiosos miembros de la alta sociedad
parisina, y que suspiran por ser sus amantes. De hecho, algunos condes
llegan a serlo. Marguerite concede "favores" a cambio de regalos y
dinero para poder llevar un elevado ritmo de vida e ir pagando deudas.
Por aquel entonces, Marguerite ya estaba enferma.
En la subasta, el narrador, que en su
día conoció de vista a Marguerite, se hace con el libro de la fallecida
que contiene una dedicatoria firmada por Armand Duval. Pasado un tiempo,
un desconsolado y enfermo señor Duval contacta con el narrador para
recuperar el libro. Durante sus visitas, Armand le muestra una serie de
cartas que Marguerite le escribió a él en su lecho de muerte y que le
dió a Julie Duprat, persona por la que fue atendida en los últimos días
de su existencia, donde se revela el motivo por el cual tomó la decisión
que marcó el rumbo de su relación, así como el profundo carácter humano
que de verdad define a Marguerite Gautier.
A partir de aquí, Armand Duval toma las riendas del relato, y narra la difícil relación amorosa que mantuvo con Marguerite.
Armand Duval es un joven abogado con
apenas fortuna pero procedente de una honorable familia. Con una renta y
unos escasos ingresos que le permiten vivir en París sin excesos, se
dedica al "deporte" de la época, la ociosidad.
Dos años atrás, Armand quedó fascinado
por la belleza deslumbrante de Marguerite Gautier y por algo más fuerte
que no supo determinar, pero la indiferencia y el desdén con que
Marguerite trató a Armand, hizo mella en su orgullo. Sin embargo, no se
olvida de ella. Marguerite ya ocupa su mente, y su corazón.
Años después, vuelven a encontrarse y,
Armand, conmovido por la grave enfermedad que ella padece, se ofrece a
cuidarla de manera desinteresada, y a alejarla de una existencia llena
de vicios. Es en este momento, cuando Armand deja entrever su apasionado
enamoramiento. Marguerite, escéptica, le plantea los inconvenientes y
las consecuencias que una relación de ese calibre puede presentar ante
una sociedad escrupulosa y, por supuesto, condicionada por su
enfermedad. Aún así, Marguerite acepta la proposición pero le impone una
serie de condiciones que, aunque dolorosas para Armand, éste asumirá
cegado por el vehemente amor que siente por ella.
La historia también cuenta con unos
personajes secundarios. Por un lado tenemos a Prudence Duverney, antigua
cortesana que acompaña a Marguerite y que le sirve de intermediaria
entre sus amantes, y, de otro lado, está el padre de Armand cuya
presencia dará lugar a un importante giro en los hechos.
Cada vez que me he puesto a leer el
libro, he terminado sentada en el filo del sillón con una mano sobre el
pecho, mientras mis labios articulaban palabras pronunciadas en un
susurro. Palabras que antes habían calado tanto en mi mente como en mis
sentidos, y que me han emocionado.
El libro me ha parecido un viaje
introspectivo en la psique de los protagonistas, cuya relación amorosa
viene limitada por la moralidad de un entorno social hipócrita y
opresivo, con apenas momentos felices y muchos tristes, yo diría que, a
veces, hasta agónicos. El relato aborda una historia sencilla en su
desarrollo, nada que ya no hayamos leído antes, pero intensa y profunda
en la forma en que se describen los sentimientos de sus protagonistas.
Ellos mismos se encargan de analizar y reflexionar su situación
exponiendo sus debilidades, como los celos, dudas y miedos, todas ellas
comprensibles en modo alguno.
Armand es un protagonista que me ha
gustado por su nobleza de sentimientos, su paciencia y apasionamiento,
y, ante todo, por su sensibilidad. Es un protagonista lleno de retos
debido a todos los matices emocionales por los que atraviesa. En cambio,
Marguerite, un ser aparentemente frío, me ha producido compasión ya que
es víctima de la sociedad en la que vive, que aprueba tener amantes en
privado pero rechaza el verdadero amor de una cortesana en público.
Soy consciente de que este libro no
guarda una de las normas fundamentales de lo que hoy en día define a la
novela romántica, de la misma forma que sé que la historia va envuelta
en una melancolía aplastante, pero es una gran satisfacción leer un
clásico y haber disfrutado plenamente de su lectura. Eso sí, si sois
sensibles, tened un pañuelo a mano porque os vais a emocionar.