Biografía de Juan Duns Scoto
Fue un teólogo escocés perteneciente a la escolástica. Ingresó en la orden franciscana y estudió en Cambridge, Oxford y París; fue profesor en estas dos últimas universidades. La sutileza de sus análisis le valió el sobrenombre de «Doctor Sutil». Se le consideró santo y se le veneró sin mediar canonización.
Estudió en París (1293-1296) y más
tarde se trasladó a Oxford. En 1302 regresó a París, aunque fue
desterrado al año siguiente por haber apoyado al partido pontificio
contra Felipe IV, tras lo cual enseñó en Colonia hasta el fin de sus
días.
Sus textos más importantes son los Comentarios sobre las Sentencias, realizadas a partir de las Sentencias del teólogo italiano Pedro Lombardo, y algunos tratados, entre ellos Quaestiones quodlibetales y Sobre el principio primero.
El suyo es, junto al de Tomás de Aquino, el sistema más influyente de
la escolástica medieval, y dio origen al escotismo, que compitió largo
tiempo con el tomismo.
Distinguió, como Santo Tomás, la teología de la
filosofía, considerando que ambas eran complementarias y nunca podían
entrar en contradicción, aunque se apartó de aquél al considerar que la
teología era ante todo una ciencia práctica, y no especulativa. Dio
también mayor peso que Santo Tomás de Aquino a los particulares en la teoría del conocimiento, y destacó en la libertad de la voluntad tanto humana como divina.
Juan Duns Escoto es Beato desde el
6 de julio de 1991. En ese día, el Papa Juan Pablo II reconoció
su fama de santidad, sus virtudes heroicas y, sobre todo, su culto ab
immemorabili tempore, desde tiempo inmemorial.1 El Siervo de
Dios es oficialmente beato no por el acto en sí de la
beatificación, sino por el reconocimiento del culto, es decir, por el
mismo decreto en que se reconoce dicho culto. De este modo, Duns Escoto ha sido
elevado al honor de los altares después del más difícil y
largo proceso de beatificación. Han pasado casi trescientos años
desde el primer intento de beatificarlo y casi setecientos desde su muerte en
Colonia (1308), donde pasó los últimos meses de su vida
terrena.
¿Cuánto tiempo vivió
Duns Escoto en Colonia? Probablemente unos dieciséis meses; pero no
estamos seguros, y esto tendremos que repetirlo muy a menudo a lo largo de su
vida, a la que nos tendremos que acercar con bastantes reservas, muchos
"probables" y no pocos "verosímiles". Bien es verdad
que en el siglo XX han sido muchos los progresos en el estudio de su vida; pero
sigue teniendo validez lo que dijera Ernesto Renán sobre nuestro Beato:
«Resulta difícil nombrar un hombre famoso de la Edad Media cuya
vida sea menos conocida».2 No obstante lo dicho, sí
tenemos un buen resumen de su vida, que se encuentra desde hace más de
cien años sobre su tumba, y que, según el famoso historiador
franciscano Lucas Waddingo, estaba ya en boca de todos: Scotia me genuit;
Anglia me suscepit; Gallia me docuit; Colonia me tenet. Este resumen
proviene del ilustre escotista Guillermo Vorrilong, quien escribió de
este modo hacia el año 1440: «Escocia te parió; Inglaterra
te enseñó, donde leíste primero las Sentencias; Francia te
recibió, pero Colonia te guarda en la tumba».3</
I. SCOTIA ME
GENUIT
La patria de
Escoto
Escoto nació hacia 1265
o, al menos, entre 1262 y 1266; más no podemos decir. Su patria es
Escocia y hemos de excluir a Irlanda e Inglaterra que durante mucho tiempo
pretendieron ser patrias del Beato, de manera especial Irlanda, por
"culpa" del citado historiador franciscano Lucas Waddingo. Sin
embargo, nació indudablemente en Escocia, dato reconocido hoy en
día por casi todos los estudiosos. De Escocia se deriva el sobrenombre
de "Scotus-Escoto", como lo llamaron más tarde en
París. Su lugar natal es con toda probabilidad el pueblo escocés
de "Duns", y este toponímico se convirtió en el
apellido de su familia. Si a ello le añadimos su nombre de bautismo,
Juan, tendremos su nombre completo: Juan Duns Escoto o Juan Duns de
Escocia.
Juan nació probablemente en Duns o,
en cualquier caso, su infancia la pasó en este pueblo. La pequeña
ciudad cuenta hoy día con unos dos mil vecinos. Duns está situado
en la provincia o condado de Berwick, al sureste de Escocia, y a unos veinte
kilómetros del inglés Berwick-upon-Tweed. La tradición
habla de la familia de los Duns y de la casa paterna del Beato, cuyo lugar
señala una piedra conmemorativa; igualmente hay un monumento con la
estatua de Duns Escoto en el parque de la ciudad; ambos fueron erigidos en 1966
con motivo de los setecientos años de su nacimiento. La ciudad es
actualmente de mayoría protestante, pero posee, desde 1882, una iglesia
católica dedicada a la Inmaculada Concepción, detalle nada
extraño si se considera la defensa que hizo Escoto de tal privilegio
mariano; la segunda patrona de la ciudad es Santa Margarita, Reina de
Escocia.
La familia Duns poseía una finca
rural. Por eso, el pequeño Juan creció en un ambiente de
campesinos. Según la tradición, fue pastor y, probablemente,
pastor de ocas. Todavía hoy abunda el ganado ovino en aquella
región, y el pastoreo fue oficio muy respetado en Escocia y lo ha
seguido siendo hasta nuestros días. El terreno accidentado de los
"Lammermuir Hills", con sus onduladas e interminables
colinas, influyó ciertamente en el pensamiento de Escoto. Lo mismo
podríamos decir de la tierra de Escocia, con sus inmensas estepas y
montañas, con su lluvia abundante y sus nieblas frecuentes... Todo esto
influiría en la mentalidad del joven, que era propicio a meditar y
reflexionar. El Beato vivió en un país de misterios y de
sueños, de mitos y leyendas.
Se dice que Juan habría pensado por
algún tiempo en hacerse soldado, cosa nada extraña entre los
aguerridos escoceses, luchadores durante tantos siglos y también en el
tiempo de Escoto. Pero por piedad y humildad, se sigue diciendo, habría
renunciado a sus sueños de guerrero. Sin embargo, perduró en
él ese talante como demostraría más tarde en tantas
luchas, de manera especial en París durante una dura contienda entre el
Papa y el Rey de Francia e, igualmente, en la enérgica defensa que hizo
de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Su verdadero "servicio militar"
empezó ya en Duns. Se dice que un buen día llegaron al pueblo dos
frailes menores para recoger cereales y fruta de los campesinos. Entonces, uno
de los frailes dijo a Juan el Padrenuestro en latín. El chico, que no
conocía absolutamente nada de ese idioma, repitió sin faltas toda
la oración. Contestó, además, acertadamente a varias
preguntas de los frailes. Estos, reconociendo su excepcional talento, se
llevaron al joven consigo para que ingresara en la Orden.4
Por extraño que nos resulte tal
relato, y de manera especial su desenlace, la sorpresa se vuelve menor cuando
se piensa que un tío de Juan, el padre Elías, era fraile menor y,
más aún, un alto cargo de la Provincia franciscana. Tal vez fuera
éste uno de los dos frailes presentes en Duns, lo que explicaría
el fácil asentimiento de los padres a que su hijo fuera llevado al
convento.
Lo más probable es que los dos
frailes llevaran al joven Escoto al convento de Haddington, a unos cincuenta
kilómetros al noroeste de Duns y a unos veinte de Edimburgo. En
Haddington tenía la Provincia franciscana inglesa un convento desde el
año 1242.
Los frailes menores llegaron a Inglaterra,
viviendo todavía San Francisco, en el año de 1224. Fueron
recibidos con gran entusiasmo en unos tiempos difíciles para la Iglesia
de aquel país. Los sencillos religiosos actuaron muy bien entre la
gente: impresionaron por su vida, por su vestido pobre y, sobre todo, por su
genio alegre; además, vivían en casas ruinosas como buenos hijos
del Poverello de Asís. Los Grayfriars, Frailes grises, como
eran llamados, gozaban de gran popularidad y tanto jóvenes como adultos,
pobres y ricos entraron en la Orden. Todavía hoy siguen gozando de muy
buena reputación en la isla y entre los protestantes.
Esto hizo que se multiplicaran las
fundaciones de conventos y que se erigiera en seguida una Provincia escocesa.
Pero en 1239 fue suprimida dicha Provincia, convirtiéndose Escocia en
Custodia y, más tarde, en Vicaría dependiente de la Provincia
inglesa.5
De todas maneras, entre los conventos de
Escocia, el de Haddington destacó por su importancia, y allí se
celebraron los Capítulos provinciales de 1278 y 1296. Es posible que
nuestro Juan estuviera en Haddington durante la celebración del primero
de dichos capítulos, lo que para él sería un suceso
excepcional: presenciar los acontecimientos más importantes de la vida
de la Provincia y conocer a tantos grandes religiosos, maestros, doctores,
etc.; su tío, el padre Elías, fue elegido Vicario para la parte
de Escocia. Es también probable que el padre Elías lo llevara
consigo, después del Capítulo, al convento de Dumfries, donde
él moraba. Así lo dice la leyenda.6
Actualmente en Haddington no queda nada del
convento de entonces. Hasta su ubicación resulta incierta. Pero en aquel
tiempo el convento tenía una espléndida iglesia, demasiado
espléndida, escribe el escocés John Mair, célebre doctor
de la Universidad de París. Por eso fue destruida en 1353 por el rey
Eduardo III de Inglaterra, juntamente con la ciudad; Mair pensó en un
juicio de Dios. Hoy Haddington es un gran centro agrícola con unos siete
mil habitantes. La escuela latina en la que probablemente estuvo Duns Escoto es
actualmente el "Knox Memorial Institute", en memoria de John Knox,
reformador calvinista de Escocia.
II. ANGLIA ME
SUSCEPIT
Estudios y magisterio de
Escoto en Inglaterra
Dumfries, a donde llevó el padre
Elías a su sobrino, poseía el convento más importante de
los frailes grises en Escocia. La ciudad, con unos treinta mil habitantes, se
encuentra al suroeste del país, cerca del golfo de Solway. Como
Haddington, tiene un castillo real.
El convento de Dumfries fue fundado en
1262, por el tiempo del nacimiento de Escoto. Era relativamente grande y
poseía un hermoso huerto y otros terrenos aptos para la cría de
ganado lanar, terrenos que quedaban fuera del muro conventual. Una calle que
actualmente conduce al río Nith lleva todavía el nombre del
convento: "Vennell Friars". Igualmente, una gran iglesia protestante
escocesa, enfrente del antiguo convento, "Grayfriars", y una casa de
artesanía, "Grayfriars craft", recuerdan a los frailes menores
o grises. Pero ya no hay nada del convento mismo; sólo una placa
conmemorativa señala su lugar. La razón de su desaparición
es lúgubre. Los escoceses recuerdan aún algo de aquel convento
por un crimen que Robert Bruce, un luchador por la libertad de Escocia,
cometió en la iglesia conventual. El hecho acaeció en 1306, poco
antes de la muerte de Escoto. Bruce asesinó a dos adversarios en el
mismo santuario. Con aquel homicidio empezó la fase final por la lucha
de la independencia. Una placa recuerda el desafuero cometido en el recinto
sacro y la suerte corrida posteriormente por el mismo: «Aquí estaba
el convento de los frailes grises...». Reyes y magnates fueron a menudo
huéspedes de aquel famoso convento. El mismo Robert Bruce volvió
en repetidas ocasiones a aquel lugar para ofrecer dones de expiación por
su crimen, especialmente cuando consiguió la independencia en el campo
de batalla en 1314.
Volviendo a Escoto, y según la
tradición, el joven Juan entró en la Orden en aquel convento de
Dumfries. El posterior desarrollo de los acontecimientos cuadra muy bien con la
leyenda del huerto del convento. Se cuenta que Duns Escoto no era muy buen
estudiante en sus primeros años de formación. Un día,
estando en el huerto conventual, imploró la ayuda de la Virgen. Esta se
le apareció y le dio fuerzas extraordinarias para el estudio a cambio de
que defendiera su honor. Después de esta visión, su capacidad
intelectual fue creciendo día a día, lo mismo que su amor y
piedad por la Madre de Dios.7
Por desgracia, esta leyenda no concuerda
bien con la anteriormente narrada de su infancia, cuando llegaron a Duns los
dos frailes menores y el niño Juan demostró ante ellos unas
excepcionales dotes intelectuales. Tal vez se pretenda mostrar con ello lo
severo y serio de su carácter en medio de unos frailes tantas veces
demasiado alegres y, sobre todo, que su preclara ciencia e inteligencia era
más un don celestial, un don de la Virgen María, que una
conquista humana.
De todos modos, lo que sí es cierto
es que fue la Provincia de Inglaterra la que recibió al joven
escocés en la Orden y que este hecho tuvo lugar en Dumfries. Aquí
empezó también, con toda probabilidad, sus estudios, dentro del
studium o escuela conventual. Pero de sus estudios en los centros
docentes de la Provincia no sabemos nada cierto. Después de Dumfries,
Duns Escoto frecuentó, sin duda, otros lugares como Oxford, Cambridge y
Northampton. Aquí, en Northampton, fue ordenado sacerdote en 1291, dato
que nos suministra la primera fecha segura de su vida y el primer lugar cierto
después de Duns y Dumfries.
Ahora bien, aun no sabiendo directamente
nada sobre los estudios que Duns Escoto hizo en su Provincia, podemos inferir
algo ateniéndonos a la organización de los estudios en aquel
tiempo, de lo cual resulta lo que indicamos a continuación.8
Un candidato debía tener, al menos, quince años para entrar en la
Orden (generalmente se entraba con dieciocho). Si Escoto nació hacia
1265, muy bien pudo haber tomado el hábito en 1280. Después del
año de noviciado, es decir, después de la profesión
simple, pudo empezar los estudios de filosofía y teología en
1285. Con estos supuestos podemos pensar en la siguiente cronología:
1281-1283: Estudió las siete artes liberales, es decir,
el trivium: gramática, retórica y dialéctica; y
siguió con el quatrivium: aritmética, geometría,
música y astronomía. Todo este conjunto constituía la
llamada filosofía racional. 1283-1285:
Estudió la filosofía natural, con la metafísica
como asignatura principal. Si un estudiante se distinguía en los
estudios, podía, a su vez, enseñar las mencionadas asignaturas.
Lo podemos suponer en el caso de Duns Escoto y, de este modo,
enseñó desde 1285 a 1287. Fue un maestro en las
artes, como lo vemos en la lógica y en las matemáticas, y
dominaba tan bien la física como la metafísica.
1287-1290: Duns Escoto debió de estudiar la sagrada
teología en un studium solemne, de rango o categoría
superior al studium conventual, como, por ejemplo, el studium
provincial. Imaginamos que se distinguió de nuevo y que fue escogido con
toda certeza para el studium generale de París. También
es probable que fuera profesor en un studium conventual desde
1290 a 1291. Después de su ordenación sacerdotal
fue, ciertamente, sublector en un studium solemne. Y desde
1293 a 1297 estudió en París.
Ordenación
sacerdotal (17 de marzo de 1291)9
Esta es la primera fecha cierta que tenemos
de la vida de Juan Duns Escoto. La debemos al registro del obispo Oliver Sutton
de Lincoln. Dicho prelado ordenó a Escoto de sacerdote en la iglesia del
priorato de San Andrés de los monjes de Cluny en Northampton. La ciudad
está a unos doscientos kilómetros al norte de Londres, y tiene un
obispado que pertenece a la región de Westminster. Hoy no queda nada del
priorato de Northampton, pero cuatro calles lo recuerdan todavía con sus
nombres. Del mismo modo, el convento de los frailes es recordado actualmente
por el nombre de la estación de autobuses: Grayfriars. La
universidad llegó en 1258 a Northampton, y los frailes establecieron
allí una escuela; se puede suponer que Duns Escoto estudió en
ella antes de su ordenación sacerdotal.
Dicha ordenación tuvo lugar el
sábado de témporas, en la primera semana de Cuaresma,
que aquel año cayó el 17 de marzo. Hay que señalar que, de
acuerdo con el calendario entonces en uso, el documento correspondiente indica
la fecha del diecisiete de marzo de 1290, que para nuestro cómputo
actual equivale a 1291.
El obispo ordenó aquel día a
51 subdiáconos, 48 diáconos y otros 48 sacerdotes, tanto del
clero secular como regular. Entre los sacerdotes religiosos, en decimotercer
lugar, figura Fr. Johannes Duns (minores).
En 1889 se abrió la tumba del obispo
Sutton en la catedral de Lincoln. Dentro del sepulcro encontraron su anillo, su
cáliz y su patena. Podemos pensar que tales utensilios sagrados los
empleó el obispo en la ordenación de Northampton, con lo que
tendríamos algo así como unas reliquias de Duns Escoto.
No poseemos nada escrito por el propio
Escoto sobre su ordenación. Pero podemos suponer muchísimo en
aquel fraile sincero. No sin razón, sus contemporáneos
escribieron ya sobre su tumba: Guía del clero.10
Duns Escoto fue sin duda un modelo para muchos. Él mismo nos dice una
vez: «El sacerdote representa como vicario a Cristo en la
Iglesia».11 Escoto trató, además,
muchísimo la esencia de la Eucaristía y nos dio la mejor
exposición de los frutos del sacrificio de la Misa. Él mismo se
mostró como un buen discípulo de San Francisco, con su
veneración profunda hacia los sacerdotes por su servicio al
Santísimo Sacramento. Lo que el Poverello vivió, lo ahondó
Duns Escoto con su pensar y sus investigaciones. No es de extrañar, por
ello, que Rafael lo pintara en la Disputa del Sacramento, en el
Vaticano, con gesto y expresión devotos ante el Santísimo
Sacramento.
III. GALLIA ME
DOCUIT
Estudios y magisterio de
Escoto en París
Sentado como premisa que no sabemos nada
con certeza sobre las tareas realizadas por Duns Escoto inmediatamente
después de su ordenación sacerdotal, podemos añadir que es
probable que desempeñara en la isla algunos oficios en el ámbito
de los estudios dentro de la Orden, tales como lector en un Studium, o
sublector en un Studium solemne. Piénsese, por ejemplo, en
Cambridge, Oxford y Northampton.12
De 1293 a 1297 estuvo por
vez primera en París para estudiar. Esto lo podemos calcular por
acontecimientos posteriores. Por ejemplo, hemos de pensar en sus estrechas
relaciones con el futuro General de la Orden, Fr. Gonzalo Hispano (o de
Balboa), que fue su maestro en París y que vivió en el mismo
convento.
La ordenación de los estudios
prescribía nueve años en París. Pero los mendicantes
tenían que hacer sólo cuatro años y el resto, hasta los
nueve, completarlo en un Studium solemne de la Orden o en otro
Studium general.
Condición indispensable para
estudiar en París era que el futuro estudiante se hubiera destacado
previamente en la predicación y en la doctrina. El hecho de ser enviado
a París supuso para Duns Escoto una extraordinaria distinción por
parte de la Provincia de Inglaterra; sobre todo, sabiendo de las diferencias
que había entonces entre ingleses y escoceses, no sólo en la
Provincia, sino también en la Orden. Con su envío a París,
se reconocían las cualidades intelectuales de Duns Escoto.
No cabe duda de que Duns Escoto
cumplía las exigencias marcadas por los estatutos: Los candidatos han de
prometer buenos progresos, ser fuertes corporalmente, poseer un talento
oratorio y mostrar un trato agradable; no deben ser pendencieros, sino amables
y pacíficos entre los frailes. Con esto podemos suponer ya
muchísimo acerca de su carácter.
De 1297 a 1300, Duns
Escoto enseñó en Cambridge.13 Lo hizo como bachiller
en Escritura. Era "baccalaureus sententiarius" y comentaba el libro
de las Sentencias de Pedro Lombardo, como era costumbre en aquel
tiempo. Las Sentencias trataban sobre Dios Uno y Trino; la
Creación -cosas, ángeles y hombres-; la Encarnación de
Jesucristo; las Virtudes y, finalmente, los Sacramentos.
La tradición habla de que tuvo
muchos alumnos, y el Beato se hizo ya famoso como profesor. De esto tenemos un
buen recuerdo en la Universidad de Cambridge, concretamente en la capilla del
Trinity College de la misma. En una vidriera, a la derecha de la
entrada, se ve a Duns Escoto entre famosos doctores. Además, desde 1966,
hay una placa conmemorativa en el Colegio Sidney Sussex, recordando el
lugar donde estuvo el convento de los frailes y donde moró nuestro
Beato. Con motivo del séptimo centenario del nacimiento de Escoto, en el
ya mencionado año de 1966, se celebró en la isla un gran congreso
escotista.
De su estancia en Cambridge, y transmitida
por su director espiritual, nos ha llegado una anécdota de Escoto que
nos manifiesta la agudeza de su ingenio, y que no nos resistimos a narrar.
Durante un paseo, tropezó con un campesino que blasfemaba terriblemente
mientras sembraba. Duns Escoto reprochó al campesino su conducta y le
añadió que podría ir al infierno por ello. El campesino le
replicó: «¡Qué importa si obro bien o mal, dado que
Dios ha escrito ya si me salvaré o me condenaré!». A lo que
el Beato respondió: «Si está escrito ya que recogerás
buena cosecha, ¿por qué aras y siembras? No lo hagas, que si Dios
ha previsto que el grano dé su fruto, éste vendrá
también aunque no siembres». El campesino se calló, como nos
relata Vorrilong.14
Mientras esta anécdota nos revela al
Doctor sutil, la que sigue nos manifiesta su temperamento
místico y orante. Sucedió también en Cambridge, en la
noche de Navidad de 1299: «El día de la fiesta del Nacimiento de
nuestro Señor Jesucristo, estaba absorto en contemplación. En
espíritu vio al divino Niño que se hizo carne por la
salvación del género humano...». Escoto pidió que
viniera el pequeño Niño en el regazo de su Madre. El Niño
se presentó de verdad y el Beato lo abrazó y lo besó e,
inmediatamente, desapareció. Así nos cuenta el acontecimiento su
primer biógrafo. Este relato fue posteriormente adornado con muchos
otros detalles. A partir de aquel acontecimiento, como dice su primer
biógrafo, Duns Escoto hizo grandes progresos en las virtudes, en su vida
pobre de religioso y en el camino de la santidad. La semejanza con San Antonio
es llamativa. Lo cierto es que el Beato gozaba de fama como hombre de Dios, con
o sin la aparición del Niño Jesús.15
En este sentido, a través de sus
escritos encontramos abundantes muestras de este talante contemplativo.
Frecuentemente comenzaba la composición de sus obras con oraciones que
luego incluía en ellas. De la misma manera, terminaba también sus
escritos con oraciones. En un bello juego de palabras16 dijo de
Dios: «Tú eres el Término sin término».
"Término" expresa siempre el ser y el Ser es Dios, como
Él mismo dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». A este
Ser, Duns Escoto puede dirigirle la palabra y tutearlo. Sobre todo cuando trata
las cuestiones de Dios en filosofía. Así, por ejemplo, en las
pruebas de la existencia de Dios, descubrimos al místico en
oración. Su filosofía es como un salto del alma a Dios, es una
filosofía en oración. Aquí no se trata del Ens a
se, del Ser subsistente, que sería algo impersonal, sino más
bien de un Tú, de una persona. El místico cierra los ojos,
prescinde de las cosas visibles y llega a lo invisible, a Dios.
De 1300 a 1301 encontramos
a Duns Escoto en Oxford,17 donde se hallaba la Universidad
más famosa de Inglaterra. De nuevo comentó como bachiller las
Sentencias de Pedro Lombardo. Ciertamente, le llamaron porque era
capaz de cumplir tal cometido y gozaba ya de gran fama. Y, por lo visto, de
nuevo tuvo un gran éxito y muchísimos alumnos lo escucharon,
aunque mantengamos nuestra reserva sobre ciertas noticias que hablan de sus
explicaciones ante unos treinta mil estudiantes.
En Oxford empezó Duns Escoto su
principal obra: la llamada durante un tiempo Opus Oxoniense y hoy
más conocida como la Ordinatio, que terminó en
París entre los años de 1305 y 1307. De su estancia en Oxford nos
ha quedado un precioso documento, fechado el año 1300. En él se
le otorga la facultad de oír confesiones. Su Provincia había
propuesto veintidós frailes para recibir estos poderes. Duns Escoto
está entre esos veintidós. Ello dice también mucho de
nuestro Beato, pues los candidatos, además de poseer buenos
conocimientos en teología, tenían que mostrar un recto modo de
vida. Ahora, como cuando fue a París, es que cumplía bien tales
exigencias.
Como en Cambridge y en Duns, también
en Oxford se alza, desde el año 1966, un monumento en su honor, que se
encuentra en la iglesia de Santa María Virgen.
De 1302 a 1303 encontramos
a Duns Escoto por segunda vez en París. Es ya un famoso profesor que ha
sido nombrado para ir a la Gallia. La Provincia de Inglaterra tuvo que
hacer de nuevo un sacrifico y lo propuso gustosa para aquel cargo docente en la
famosa universidad parisina.
Duns Escoto empezó ciertamente el
curso escolar el 14 de septiembre de 1302, festividad de la Exaltación
de la Santa Cruz, y debería haberlo terminado el 29 de junio de 1303,
festividad del Príncipe de los Apóstoles. Pero las graves
tensiones políticas sobrevenidas en aquel tiempo, que dejaron sus
huellas en los escritos de nuestro Bachiller de las
Sentencias, los Reportata Parisiensia, impidieron el normal
desarrollo del curso. Pocos días antes del final del año escolar,
el Beato se vio envuelto en dichas tensiones, lo que le produjo una
situación de imprevisibles consecuencias. Veámoslas.
Las luchas entre Felipe
el Hermoso y el Papa Bonifacio VIII18
Bonifacio VIII, siguiendo la
tradición medieval, defendió el reino de la verdad y de la
justicia afirmando la suprema autoridad del Papa sobre los soberanos de este
mundo. Contra esta tradición, el Rey sostenía el principio de que
el Papa era una persona privada sin autoridad especial.
La lucha venía de lejos, pero se
agravó en 1302, precisamente en tiempos de Duns Escoto, y
adquirió tintes muy graves con la publicación de la famosa bula
papal Unam Sanctam sobre el poder espiritual y el poder temporal;
además, en la encíclica, el Rey quedó excomulgado. La
respuesta de éste no se hizo esperar: convocó un concilio
ecuménico contra el Papa. La mayoría del clero secular y regular
estaba de parte del Rey; igual postura mantenían los docentes de la
Universidad de París, a la que pertenecía el Studium que
los frailes menores tenían en dicha ciudad.
El 25 de junio de 1303, el convento de los
franciscanos tuvo que decidirse por el lirio de Francia o por las
llaves de San Pedro, como escribe el padre Ephrem
Longpré.19 Debían votar apelando a un concilio general
y con ello «a un verdadero Papa legítimo», o contra tal
concilio. Con la primera postura se pretendía destronar a Bonifacio VIII
como papa ilegítimo; con la segunda, no se conseguía otra cosa
sino la enemistad del Rey de Francia. Las posturas estaban totalmente
divididas, tal como nos lo demuestra el resultado de la votación
efectuada entre los frailes menores: 68 frailes votaron a favor del Rey; 87 lo
hicieron en contra. Y entre los que votaron contra el Rey encontramos a Duns
Escoto en décimo lugar.
Como consecuencia de haber votado contra el
Rey, Duns Escoto tuvo que abandonar el país en el plazo de tres
días. Su forzado exilio de París le llevó a Oxford, donde
lo encontramos en diciembre de aquel mismo año de 1303. Duns Escoto
luchó por el Papa y aceptó gustoso el destierro. Cumplió
su juramento de sacerdote y obedeció al Papa; con ello se mostró
como buen hijo de su padre San Francisco quien, en tantas ocasiones,
habló siempre con respeto y reverencia del «señor
Papa». Para el Beato Duns Escoto, Jesucristo es cabeza y maestro de la
Iglesia desde siempre y por siempre: «Estaré con vosotros hasta el
fin del mundo». Su Vicario es el Papa; en él obra el mismo
Jesucristo. El Papa tiene jurisdicción sobre todos y, por tanto,
también sobre el Rey. El sacerdote no debe estar contra Jesucristo y,
por ende, tampoco contra la Iglesia ni contra el Papa. Duns Escoto no
vaciló en aceptar el gran sacrificio que suponía renunciar a una
espléndida carrera de profesor en una Universidad tan prestigiosa como
la del París de aquel tiempo. Ya San Pedro y San Juan dijeron ante el
Sanedrín: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros
más que a Dios» (Hch 4,19).
1304 -1307: Por tercera y
última vez en París
Quebrantado por tanta lucha, Bonifacio VIII
murió el 11 de octubre de 1303. Su sucesor, Benedicto XI, elegido una
semana después, allanó las dificultades y así
empezó también para los frailes menores un tiempo más
propicio. Como muchos otros, Duns Escoto pudo regresar de nuevo a París
y, tal vez, comenzar el año escolar en septiembre de 1304 como
Bachiller.
En todo caso, el 18 de noviembre de 1304,
el General de la Orden, Gonzalo Hispano o de Balboa, mandó una famosa
carta al guardián o al vicario del convento de París. Gonzalo
había sido maestro de teología en París y había
tenido allí de alumno a Duns Escoto. Por eso habla de «trato de
años» con Duns Escoto y menciona su «vida loable, su ciencia
excelente, su ingenio sutilísimo y otras insignes condiciones».
Gonzalo proponía en la carta al Bachiller de las Sentencias,
Juan, para el grado de doctorado.20 Se cree que Duns Escoto fue
promovido "Doctor" hacia Pascua de 1305. Con esto, llegaba a ser
maestro y profesor ordinario de teología. De 1306 a 1307, nuestro Beato
fue Regente de la Universidad, cargo que generalmente se
desempeñaba por un año.
La disputa sobre la
Inmaculada Concepción
Durante la tercera estancia de Duns Escoto
en París (1304-1307) hemos de situar la famosa disputa sobre la
Inmaculada Concepción. Y quizás nuestro Beato sea más
conocido por esta doctrina que por otras, dado que él comenzó una
controversia que se prolongó a lo largo de varios siglos. La
cuestión era ésta: si la Madre de Dios tuvo el pecado original y
luego fue purificada del mismo, o si fue desde el principio pura y sin mancha,
es decir, «concebida inmaculada». La corriente general (con San
Bernardo, Santo Tomás y San Buenaventura) decía que fue
purificada del pecado original después de haberlo contraído; Duns
Escoto era heredero de una larga tradición inglesa que defendía
la Inmaculada Concepción.
Esta disputa está envuelta en muchos
datos problemáticos. No obstante, podemos aceptarla como un hecho
histórico, especialmente después de los valiosos descubrimientos
del padre Carlos Balic, gran escotista, consistentes en dos preciosos
manuscritos que confirman un relato de Landulfo Caracciolo, insigne alumno de
Duns Escoto.21
Luego, a lo largo del tiempo se fue
adornando con elementos legendarios la esencia de esta disputa. Suele decirse
con frecuencia que, de camino hacia la Universidad, el Beato Duns Escoto
encontró una estatua de la Virgen y que rezó ante ella de esta
manera: Dignare me laudare te, Virgo sacrata; da mihi virtutem contra
hostes tuos, «Te alabaré, oh Virgen sacrosanta; dame valor
contra tus enemigos». La leyenda añade que la Virgen, ante la
súplica de su hijo, se inclinó para darle ánimo. Se cuenta
que, ya metido en la disputa, Escoto escuchó doscientos argumentos
contra la doctrina de la Inmaculada, argumentos que él repitió de
memoria y en el mismo orden en que se habían aducido, refutando con
maestría todas las objeciones expuestas, y que los adversarios se
convencieron. Se ha subrayado, a este respecto, su humildad y su modestia, ya
que Duns Escoto buscaba siempre la verdad, y refutaba las opiniones contrarias
sin ofender a nadie y sin mentar siquiera por su nombre a los adversarios
ausentes.
Después de la disputa, Escoto fue
llamado Doctor sutil, y se dice que los primeros en ello serían
los dos delegados del Papa que habrían participado en la sesión
universitaria, cosa que es del todo incierta. También fue llamado
Doctor mariano, cosa que ciertamente le agradaría más.
En suma, luchó por el honor de la Madre de Dios como más tarde lo
harían sus sucesores en una controversia sin tregua. Con razón el
francés Felipe Labbé le llama «Mártir de la Virgen
inmaculadamente concebida, haciendo referencia a los méritos
contraídos por él en vida y a las calumnias de que fue objeto
después de su muerte».22
Poco a poco la doctrina sobre la Inmaculada
Concepción se fue abriendo paso. Más tarde, la Universidad de
París exigía de los estudiantes y doctorandos el reconocimiento
de la misma. Y esto parece un buen testimonio indirecto de la disputa, como un
eco de la misma.
Probablemente, la disputa no fue tan
solemne como a veces se dice, pero hay que contar con la leyenda que no ha
cesado de crecer después. Sin embargo, la doctrina de Duns Escoto fue
como un fermento constante que, mantenido por sus seguidores, perduró
hasta la proclamación solemne del dogma de la Inmaculada
Concepción el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX.
IV. COLONIA ME
TENET
Muerte y sepultura de
Escoto en Colonia
Vorrilong nos cuenta que, estando Duns
Escoto en el campus de los clérigos en París,
recibió la orden u obediencia del General de su Orden para
marchar a Colonia. Aunque ostentaba todavía el cargo de Regente
de la Universidad parisina, abandonó de inmediato París y, ligero
de equipaje, partió para la ciudad alemana. Un compañero le
preguntó por qué no iba al convento a despedirse de sus hermanos,
a lo que el Beato contestó: «El General me manda ir a Colonia, no
volver al convento a saludar a los frailes».23 Con esto quedaba
de manifiesto el alto concepto que Duns Escoto tenía de la
obediencia.
Pero, ¿qué razones movieron al
General de la Orden a enviar a Escoto fuera de París? Varias son las que
suelen aducirse; entre ellas, la de fundar una escuela -cosa
improbable- o la de luchar contra los heréticos begardos. La que parece
más fundamentada es la que se basa en la envidia de algunos colegas de
la Universidad de París, entre los que destaca Jean de Pouilly, muy
enemigo del privilegio mariano de la Inmaculada. Tal vez éste
quería comprometer al famoso profesor que ya era Duns Escoto en las
intrigas que el influyente consultor de Felipe el Hermoso tramaba contra los
templarios. Pouilly había dado ya muestras de su poder maquinador
luchando antes contra Bonifacio VIII. Igual que les sucedió a los
templarios, Escoto habría podido ser acusado de herejía en los
pasados disturbios políticos, sin poder defenderse. Además, el
Beato había escrito contra el Rey a raíz de las medidas tomadas
por éste contra el obispo Saisset, quien fue acusado de alta
traición. Más aún, como escocés que era, tal vez
fuera sospechoso a los ojos del rey Eduardo I de Inglaterra que preparaba, por
aquel entonces, las bodas de su hijo con la hija de Felipe el Hermoso.
Quizás era sospechoso para los dos Reyes que le conocían. La
situación personal de Escoto era bastante comprometida y hasta
peligrosa. El General, sabedor de todo esto, lo envió fuera de
París, a Colonia.24
Pero, ¿por qué lo mandó
concretamente a Colonia? Las razones que se aducen para justificar este
traslado no resultan convincentes. A lo mejor, en aquella situación de
peligro para Escoto, dio la casualidad de que se necesitaba un profesor para el
Studium de Colonia; hay que recordar que el General se había
reunido con los Provinciales en un Capítulo y que allí se le pudo
manifestar tal necesidad.
Lo que sí es cierto, como afirma
Vorrilong, es la acogida triunfal que se le dispensó a su llegada a
Colonia. Probablemente llegó en el verano de 1307. El clero y gran
muchedumbre del pueblo salieron al encuentro del famoso profesor y le
acompañaron procesionalmente hasta el convento. El aspecto del Beato era
simple: hábito remendado, pies descalzos. Pero la acogida fue cordial,
cosa nada extraña ante tan ejemplar y buen fraile. Con razón
escribieron los coetáneos en su tumba: «Luz del
convento».25
En el lugar del convento donde vivió
Duns Escoto se alza hoy un museo, justo al lado de la iglesia donde reposa el
cuerpo del Beato.
Aunque carecemos de detalles y pormenores,
sí sabemos que trabajó muchísimo durante su estancia en
Colonia. De nuevo fue profesor y, probablemente, de 1307 a 1308, también
maestro regente. Trabajó en sus escritos y en la tarea ministerial. No
cabe duda de que siguió defendiendo a la Inmaculada y de que
combatió a los begardos y a los beguinos.
La muerte de Duns
Escoto
La muerte de Escoto acaeció un 8 de
Noviembre de 1308, un mes antes de la fiesta de la Inmaculada.
«Murió fray Duns Escoto, un doctor insigne de la santa
teología, lector en Colonia, el 8 de noviembre del año del
Señor de 1308». Así reza el necrologio del convento de
Colonia.26
Aunque desconocemos la causa de su muerte,
parece ser que murió en pleno trabajo. Se habla de una acalorada disputa
con los begardos en pleno invierno y, en consecuencia, de un posterior
resfriado que le ocasionó sudor y fuertes dolores. Pronto habría
muerto pacíficamente, confortado con los últimos sacramentos. En
una inscripción leemos: «En una disputa pronunció las
últimas palabras».27
Casi doscientos cincuenta años
después de su muerte, el escritor Pablo Giovio inventó lo de una
muerte aparente de Duns Escoto. Según Giovio, a Escoto lo inhumaron
estando realmente vivo y se despertó en el monumento fúnebre en
que yacía (cosa imposible, ya que nunca hubo tal monumento en aquella
iglesia), se rompió el cráneo y chupó su propia
sangre.
Tal "muerte" no consta en
ningún documento anterior; Giovio la inventó totalmente. Otros
adversarios del Beato recogieron con avidez la intrigante invención y la
fueron adornando con nuevas fantasías. Entre ellos, el dominico
Abrahán Bzowski, que la ilustró con enormes errores
históricos. Como antes Giovio, Bzowski habla de "crimen
oculto" por el que Escoto habría debido expiar.
Contra estas invenciones, especialmente las
de Bzowski, escribieron ya en el siglo XVII Mateo Ferchius, OFMConv, y Lucas
Waddingo, OFM, poniendo en evidencia tamañas invenciones y
despropósitos. Pero no se ha podido acabar del todo con semejante
leyenda, puesto que aún se observan trazas de la misma en algún
que otro estudioso. Con todo, es cierto que los investigadores más
serios la rechazan de plano.28
Contra esa inventada "muerte" de
Escoto están los testimonios de los muchos escritores que hablan de un
sepelio "en tierra". El Beato fue enterrado como cualquier otro
fraile difunto, cosa evidente en un caso como este de muerte repentina, y no
fue depositado en ningún monumento. Sí fue para él un
honor el que lo "enterraron o inhumaron (in humo)" en la
iglesia del convento y junto al altar de los Reyes Magos, cuyos cuerpos,
según una venerable tradición, se veneran en la catedral de
Colonia. Pero sobre todo hay que recalcar que fue un entierro normal, con las
ceremonias habituales de los frailes.
El sepulcro de Juan Duns
Escoto
La historia del sepulcro de Duns Escoto
pertenece también a la vida del Beato. Su sepultura fue tenida, desde el
primer día, en gran veneración, como lo atestiguan muchos
epitafios. La primera inscripción -Clauditur hic rivus- es
más que famosa y, probablemente, fue colocada poco después de su
muerte. En los epitafios puede comprobarse lo que pensaban los frailes y la
gente de Colonia sobre el Beato: Estrella de sacerdotes, Luz de la Orden,
Heraldo de la Verdad, Viva fuente de su Iglesia, etc.29 Se le
"beatificó" en seguida.
El primer traslado de su cuerpo se hizo
posiblemente poco después de su muerte, quizás hacia 1320. Entre
traslados y reconocimientos solemnes o al menos oficiales, hubo diez. En el
primero, Duns Escoto encontró reposo delante del altar mayor y
"bajo la campana".30 En este lugar, si damos como cierta
la fecha de 1320, descansó el cuerpo del Beato durante tres largos
siglos, es decir, hasta 1642 ó 1643. El reconocimiento efectuado entre
los años de 1509 y 1513 se hizo por mera devoción. Sin embargo,
en 1619 se efectuó otro a causa de los feroces e infames ataques de
Bzowski. Las reformas efectuadas en la iglesia durante los años de 1642
y 1643 motivaron el traslado de sus restos. En aquellas obras, el coro, situado
delante del altar mayor, se pasó detrás del mismo, y, con ello,
también el sepulcro de Escoto. El nuncio Fabio Chigi, futuro papa con el
nombre de Alejandro VII, estuvo presente en estas ceremonias. De nuevo, el
cuerpo de Duns Escoto permaneció largo tiempo, algo más de tres
siglos, detrás del altar, concretamente hasta 1946. En esta
ubicación de los restos mortales de Duns Escoto se efectuó, el 9
de septiembre de 1706, un nuevo reconocimiento, con motivo del primer Proceso
informativo para la beatificación (Colonia 1706-1707). Posteriormente se
realizaron otros dos reconocimientos más, que fueron de menor
importancia, en 1858 y 1870 respectivamente. Por entonces ya estaban sobre su
tumba los famosos versos: «Scotia me genuit...».
Durante la Segunda Guerra Mundial, entre
1943 y 1945, la iglesia en que se encontraba el sepulcro de Duns Escoto, la
Minoritenkirche, fue destruida. El sepulcro del Beato quedó
bajo una colina de escombros y piedras y el ataúd que contenía
sus restos mortales resultó dañado seriamente. Por este motivo,
se trasladó la cápsula con las reliquias, sin abrirla, a la
Catedral de Colonia, donde quedaron depositadas por espacio de diez
años.
En la Catedral se hicieron dos nuevos
reconocimientos del cuerpo de Escoto: el uno en abril de 1947 y el otro en
octubre del mismo año. Más tarde, el 14 de mayo de 1954, se
efectuó un reconocimiento más solemne en el que el Cardenal
José Frings entregó un hueso del antebrazo, el radio izquierdo, a
los franciscanos de la Provincia de Colonia, quienes lo tuvieron por poco
tiempo en el convento de dicha ciudad y luego lo trasladaron a su santuario de
la Inmaculada en Neviges, cerca de Essen.
A finales de agosto de 1956, las reliquias
del Beato volvieron, en solemne procesión, desde la Catedral a la
Minoritenkirche, pero, al no estar todavía listo el
sarcófago de piedra que las acogería, los franciscanos
conventuales las llevaron a la capilla del convento. Así fue como, por
segunda vez, dichas reliquias quedaron fuera de la iglesia a la que
volverían definitivamente a finales de septiembre de
1958.31
El sarcófago del
Beato32
Las reliquias se encuentran ahora, y por
primera vez, en un verdadero sarcófago que es regalo de la ciudad de
Colonia. Está colocado en la nave izquierda de la iglesia. En la piedra
superior, se ve marcada la figura de Duns Escoto con el hábito de San
Francisco, un birrete de doctor y un libro en la mano izquierda, que reza:
Potuit, Decuit, ergo Fecit, las lapidarias palabras alusivas a su
defensa del privilegio de la Inmaculada: «Pudo, convino, luego lo
hizo». Junto a los pies leemos la famosa inscripción: Scotia me
genuit; Anglia me suscepit; Gallia me docuit; Colonia me tenet. En el lado
derecho se ven la corona de Cristo Rey y la tiara del Papa, y en el lado
izquierdo la M de María con una diadema. Son
símbolos todos ellos alusivos a las principales doctrinas de Duns
Escoto: la realeza de Cristo, la Concepción Inmaculada de María y
la fidelidad a la Iglesia y al Papa. Finalmente y para acabar la referencia al
sarcófago, hemos de mencionar la visita que realizó al sepulcro
del Beato el actual Papa, Juan Pablo II, el 15 de Noviembre de 1980. Juan Pablo
II habló allí de dos torres de la fe, ya que, además de
Escoto, reposa en esa misma iglesia otro beato: Adolf Kolping, un cura
entregado al apostolado social, y dijo refiriéndose a nuestro Beato:
«Duns Escoto nos enseñó el misterio de la Inmaculada
Concepción de María y su posición en la Economía de
la salvación».33 Después el Papa se
prosternó en oración ante el sepulcro de Escoto.
V. PERFIL DE JUAN DUNS
ESCOTO
Nos gustaría conocer la personalidad
de Juan Duns Escoto: sus cualidades, sus rasgos, su carácter y hasta,
tal vez, sus modales. Pero de todo ello, tristemente, no sabemos casi nada. Las
fuentes callan, y nosotros no queremos inventar nada. Este fue también
el gran problema que se planteó al tratar de las virtudes heroicas del
Beato en los diversos procesos de beatificación incoados y que veremos
más adelante. Tenemos, sin embargo, algunas indicaciones que pueden
ayudarnos en tal conocimiento como, por ejemplo, cuando el General de la Orden
Gonzalo Hispano o de Balboa habla de su «vida loable», o cuando en un
epígrafe leemos: «No era inferior en virtudes a
nadie».34
Pensemos también en su obediencia
ejemplar cuando fue trasladado de París a Colonia o en su coraje para
defender al Papa frente a las arbitrariedades del rey Felipe el Hermoso. Son
datos preciosos, pero parcos en informaciones sobre su modo de ser y de vivir.
De ahí que, tras examinar sus escritos, se llegara a la siguiente
conclusión: «Quien ha escrito doctrina tan sublime no cabe duda que
antes la ha vivido». En fin, a la hora de emitir el dictamen sobre la
heroicidad de sus virtudes, ocho de los nueve consultores teólogos
reconocieron sus virtudes heroicas. Y este reconocimiento vale tanto para las
virtudes teologales como para las cardinales, lo mismo que para las virtudes
religiosas, los votos religiosos y la vida de piedad, vida que tenía
como centro un hondo amor a Cristo crucificado, a la Virgen María y a la
Santa Madre Iglesia. No en vano los teólogos han reconocido siempre a
Escoto no tanto como un teórico, sino más bien como un hombre
práctico; han reconocido todas las virtudes ejercitadas a lo
largo de su vida y han visto en él a un fiel discípulo de San
Francisco, del que aprendió su gran amor a la Iglesia, dado que
Jesucristo vive en la misma, y del que también heredó su gran
devoción a la Virgen María.
Algunos autores resaltan como rasgo
especial de su carácter que, durante las disputas teológicas,
callaba siempre los nombres de sus adversarios. Él buscaba sólo
la verdad, cosa que ha sido reconocida aun por un obispo anglicano actual,
quien dice que Duns Escoto, como defensor y buscador pertinaz de la verdad,
podría guiarnos en el coloquio entre las confesiones
cristianas.35
En resumen hemos de decir que, a pesar de
la carencia de detalles, nos encontramos ante la imagen espléndida de la
vida de un hombre espiritual extraordinario, del que, ciertamente, nunca se
relatan aspectos negativos. Su figura resplandece aureolada por una luz
brillante y nos dice mucho de su carácter y de su vida interior.
Y para terminar este apartado de la
personalidad de Duns Escoto no podemos silenciar su legendaria oposición
a Santo Tomás de Aquino. Tal supuesto lo califica Etienne Gilson como
una fábula.36 Lo verdadero en este punto es que Escoto
criticó mucho más a otros autores y que, cuando lo hacía
con Santo Tomás, no mencionaba su nombre (como tampoco el de los
demás autores), sino que trataba de buscar la verdad y nada más,
y, aun esto, con cortesía y modestia. Sabemos que su crítica a
Santo Tomás fue siempre objetiva, en busca de la verdad, y que entonces
Tomás todavía no había sido canonizado y era uno de los
investigadores de la ciencia de Dios. En ambos hemos de admitir fallos y de
cada uno tenemos que decir: In medio Ecclesiae aperuit os eius,
«En medio de la asamblea le da la palabra el Señor» (Eclo
15,5).
VI. EL CAMINO DE DUNS
ESCOTO HACIA LOS ALTARES
Ya desde su muerte se veneró a Duns
Escoto.37 Pero su camino hacia los altares ha estado plagado de
dificultades, y hasta nuestros días no hemos visto la culminación
de su andadura. A ella se ha llegado después de tres largas etapas y no
menos de cinco procesos que poco o nada sirvieron para la
beatificación, pero que ayudaron al éxito final.
Primera etapa
El primer proceso con miras a la
beatificación se realizó en Colonia en los años de
1706-1707. Se trataba del reconocimiento del culto tributado a Escoto en
Colonia; pero después de tantos esfuerzos el veredicto de los jueces
fue: «Non constare...», es decir, no consta que se le haya tributado
tal culto. La crítica a tal dictamen empezó inmediatamente
después del proceso, sobre todo atendiendo a los traslados y a los
reconocimientos como actos de culto. Recientemente, con el pronunciamiento
favorable de seis reconocidos historiadores, que emitieron sus votos favorables
el día 11 de abril de 1989, se ha reconocido el culto también en
Colonia.38
Después del proceso de Colonia, hubo
otro en la diócesis italiana de Nola (cerca de Nápoles), de 1709
a 1711. Se reconoció plenamente el culto a Duns Escoto en la mencionada
ciudad de Campania y en sus alrededores. Por lo demás, en aquella
región había entonces un floreciente culto al Beato. Su origen
proviene ciertamente de la persona de Landulfo Caracciolo, fraile menor
napolitano, que fue discípulo de Duns Escoto en París, y
después, sucesivamente, Provincial de Nápoles, Obispo de
Castellammare di Stabia y, finalmente, Arzobispo de Amalfi. Él
propagó por toda la región de Campania el culto a la Inmaculada
y, con ello, también el culto a Duns Escoto. A esto ayudó la
veneración a la Inmaculada procedente de España en la
época de los Virreyes españoles en Nápoles.
Pero, a pesar de este éxito en Nola,
la causa Scoti no avanzó durante dos siglos y así la
primera etapa fracasó.
Segunda etapa
Se inició en 1900 y duró
hasta 1921. A lo largo de este periodo de 21 años, hubo tres procesos,
muchos esfuerzos y hasta luchas, que terminaron fracasando de nuevo.
Al principio de esta segunda etapa, se
preparaba un segundo proceso en Nola para completar el primero, con nuevos
documentos y conocimientos. Pero antes de que este se celebrara, se
realizó otro en Génova, en los años de 1904-1905, que
estuvo mal enfocado y, por consiguiente, resultó un fracaso. Nadie
pensaba en un verdadero culto a Duns Escoto en aquella ciudad. Por eso el
juicio allí emitido no es de extrañar: «No hay culto a Duns
Escoto en Génova...». Menos mal que el segundo proceso de Nola,
celebrado durante los años de 1905-1906, fue de nuevo positivo: «Se
tributa culto a Duns Escoto en Nola. Hemos de añadir que florece
todavía como desde hace siglos...». La fórmula reza: Ab
immemorabili tempore, «desde tiempo inmemorial».
En este repaso a los procesos, no podemos
olvidar el celebrado en Roma el año 1918. Más que proceso, fue un
conato de proceso, de pocas horas o, quizás, de una hora. Se trataba
sólo de reconocer seis imágenes de Duns Escoto y cuatro pasajes
escritos sobre el Beato. Todo fue reconocido y éste resultó
positivo.
Volviendo sobre el proceso de Nola (Nola
II) citado anteriormente, hemos de decir que la situación,
después del mismo, se presentaba propicia para la llevar la causa de
beatificación a buen término. Pero adversarios encarnizados de la
Causa, que trabajaban constantemente contra ella con todos los medios
a su alcance, consiguieron que en el año de 1912 se promulgara un
decreto -por lo visto contra Duns Escoto- en el que se disponía que, en
los casos en que se tratara del culto, se tenían que de investigar
también los escritos de los Siervos de Dios, cosa no exigida
anteriormente. Este nuevo requisito, el de examinar los escritos de Escoto, lo
realizaron dos nuevos consultores, y no encontraron nada importante que
objetar. No había problemas con sus escritos. Sin embargo, en la
sesión definitiva de los Cardenales, celebrada el 27 de julio de 1920,
se exigió mucho más: una edición crítica de las
obras de Duns Escoto para ver si había herejías en las mismas. Se
ve que dicha comisión de Cardenales tenía algunas reservas sobre
la doctrina de Escoto, ya que el veredicto emitido en abril de 1925 presentaba
más de cuatrocientas páginas de objeciones a la doctrina de
Escoto y, en consecuencia, resultó contrario a la Causa y a los
requisitos exigidos en la predicha sesión de 1920.
La Orden franciscana, por su parte, puso
manos a la obra y creó una Sección escotista en su
centro de investigación de Quaracchi (Florencia). Dicha
Sección trabajó allí desde 1927 en la
edición crítica de las obras de Escoto, y, desde 1938, en que fue
trasladada a Roma, continúa trabajando en el Colegio de san Antonio,
bajo la denominación de Comisión escotista. A partir de
1950, con la publicación de los primeros volúmenes, se iniciaron
las respuestas críticas a las objeciones de 1925. Las realizó la
misma Comisión bajo la dirección del padre Carlos Balic. En 1970
se presentó el estudio crítico definitivo a la
Congregación para las Causas de los Santos. En abril de 1972 una
comisión de Cardenales sentenció: Nihil obstare..., es
decir, que no había ningún obstáculo para continuar con la
Causa de Duns Escoto. A primeros de mayo de 1972 el Papa Pablo VI
asumió el dictamen de los Cardenales.
Tercera y definitiva
etapa
Sabiendo ya que la doctrina del Siervo de
Dios no presentaba ningún problema, la situación se volvió
cada vez más propicia para llegar a la meta. En este clima de sosiego es
cuando se gestó la tercera y definitiva etapa para la
Beatificación de Duns Escoto. Su origen estuvo en la Provincia de
Colonia de los frailes menores. Allí se le dio un gran impulso y, en
1985, se formó en Roma una Comisión especial con representantes
de las cuatro Ordenes franciscanas. Estos elaboraron una Positio de
casi mil cuatrocientas páginas, que se publicó en diciembre de
1988. La Positio es la colección de todos los documentos que
pueden ser importantes para la causa de beatificación. Podemos llamarla
completa por su contenido: en ella están recogidas todas las cuestiones
relativas a la vida, al culto y a la misma Causa de Duns Escoto. A pesar de
tener bastantes deficiencias, esta obra de tantos autores fue reconocida como
excelente y, lo que es más importante, sirvió sobre todo para la
Causa.
Seis historiadores reconocieron, el 11 de
abril de 1989, el culto tributado al Siervo de Dios. El 23 de Noviembre de
1990, nueve teólogos votaron sobre las cuestiones más
difíciles, es decir, sobre las virtudes y la santidad de Duns Escoto;
ocho votaron positivamente y sólo uno lo hizo negativamente. Igualmente
votaron el 21 de mayo de 1991 los Cardenales.
El Papa Juan Pablo II reconoció, el
6 de julio de 1991, «la fama de santidad, las virtudes heroicas y el culto
ab immemorabili tempore del Siervo de Dios Juan Duns Escoto». Con
este decreto la Iglesia proclamaba oficialmente Beato a nuestro heraldo de
Cristo Rey y trovador de la Inmaculada Concepción. Una ardua lucha por
su beatificación logró conquistar la meta y saborear las delicias
de la coronación.
N O T A
S:
1) Todas las cuestiones sobre Duns Escoto
(exceptuando la doctrina) las encontramos bien tratadas en la Positio
del proceso de beatificación, bajo el título: «Nolan. seu
Colonien. Confirmationis cultus servi Dei Ioannis Duns Scoti sacerdotis
professi Ordinis S. Francisci "Beati seu Sancti" nuncupati
(1265c-1308).- Positio super cultu ab immemorabili praestito atque virtutibus
ex officio concinnata». Roma 1988.- La positio contiene, entre
otras cosas, las tres biografías clásicas de Escoto: la de
Mariano de Florencia, OFM, Vita beati Johannis Duns Scoti
doctoris mariani ac subtilis ab immemorahili tempore beati vulgo
nuncupati, Génova 1904. La de Mateo Ferchius,
OFMConv, Vita B. Ioannis Dunsii Scoti franciscani doctoris subtilis,
Bolonia 1622. Y la de Lucas Waddingo, Ioannis Duns Scoti
doctoris subtilis Ordinis Minorum vita, Annales 1304.1308.
2) E. Renan, Jean Duns
Scot, Frère Mineur. Histoire Littéraire de France, XXV,
París 1869, 404.
3) In Quarto Sententiarum, Inc. 16,
314s.
4) M. Ferchius,
Positio, 126.
5) Tractatus Fr. Thomae vulgo dicti
Eccleston, De adventu Fratrum Minorum in Angliam. Little, París
1909.
6) Positio, 21. Del
"Registrum Ordinis", Mss de St. Mary's. College de Blairs,
9219.
7) Hugo Cavellus,
Panegyricus aeternae memoriae, c. I. Cf. Positio, 257.
8) A. Callebaut, A
propos du b. Jean Duns Scot. AFH 24 (1931) 54-62.
9) E. Longpré,
L'ordination sacerdotale du B. Jean Duns Scot. AFH 22 (1929)
54-62.
10) Primer epitafio (s. XIV),
Positio, 770.
11) Oxoniense 4, d. 33, q. 2 (XIX,
377).
12) A. Callebaut, Le
b. Jean Duns Scot étudiant à Paris vers 1293-1296. AFH 17
(1924) 3-12.
13) Id., Le b. Jean
Duns Scot à Cambridge vers 1297-1300. AFH 21 (1928) 608-611.
14) In I Sent., d. 38 (ed. Venecia
1502, f. 64 va), Positio, 576.
15) Mariano de Florencia,
Vita, 3; Positio, 121s.
16) Vorrilong, IV
Sent.; Positio, 576s.
17) A. G. Little,
Franciscan papers, lists and documenta. Manchester 1943, 230-235;
Positio, 46-50.
18) E. Longpré,
Le b. Duns Scot pour le Saint Siège et contre le gallicanisme
(Paris, 25-28 juin 1303). France Franciscaine 11 (1928) 137-162;
Positio, 55-57.
19) Positio, 57.
20) Carta del 18-XI-1304; Positio,
68s.
21) C. Balic,
Theologiae Marianae elementa. Sebenico 1933; Positio,
100s.
22) «Doctoris Subtilis elogium»,
en I. D. Scotus, Opera Omnia, I. Lugduni 1639, 11s;
Positio, 624s.
23) Vorrilong, II
Sent., d. 44, q. 1; Positio, 265.577.
24) A. Callebaut, La
maîtrise du b. Jean Duns Scot en 1305; son départ de Paris en
1307. AFH 21 (1928) 206-239; Positio, 85-93.
25) Positio, 770.
26) Positio, 106s.
27) Positio, 781.
28) Waddingo,
Vita, nn. 36-45.48; Positio, 165-171.173s. .
29) Positio, 770.
30) N. Glassberger,
Chronica, 113; Positio, 186.
31) D. Esser, Grab des
seligen Johannes Duns Scotus, en D. Esser - D'Andrea,
Johannes Duns Scotus. Untersuchungen zu seiner Verehrung.
Mönchengladbach 1986, 165-204.
32) Id., ibid.,
197-200.
33) Positio, 681.
34) Positio, 781.
35) Moorman, obispo
anglicano. Positio, 1160.
36) Note sur un texte de
Cajétan. Ant 27 (1952) 380.
37) Cf. D. Esser -
D'Andrea, o. c., 9-164.242-274.
38) Nolan... confirmationis
cultus...Relatio et vota. Roma 1990.[Carthaginensia, vol. IX, nn. 15-16
(1993) 167-187]