Julio Cortázar: perenne e inolvidable

A los genios no se les llora, se les honra. A 31 años de su muerte Julio Cortázar continúa despertando el interés y la admiración de los lectores del planeta, sobre todo por esa manera fascinante de desafiar a la literatura convencional y de hacer soñar con su prosa poética. De esa manera, el escritor mundialmente conocido por “Rayuela”, obra que revolucionó el mundo de las letras, aún se mantiene vivo en los corazones de los amantes por lo lúdico.

Julio Florencio Cortázar falleció un 12 de febrero de 1984, cuando las campanas anunciaban el medio día en París. Los diarios de la época indicaron que su muerte fue producto de una leucemia, pero fuentes cercanas al escritor aseguran que se debió a un extraño virus que comenzaba a propagarse y que contrajo producto de una transfusión de sangre tras sufrir una hemorragia estomacal en 1981.
La escritora y periodista uruguaya Cristina Peri Rossi, con quien Cortázar tuvo una relación sentimental, confirmó la información a la prensa argentina. También acotó que años después se supo que “esa sangre, que venía de la Cruz Roja, estaba contaminada (con VIH) ya que para ese tiempo no se realizaban pruebas a los donantes. El hecho se convirtió en un verdadero escándalo que concluyó con la destitución del ministro de Salud Pública”.
El cronopio mayor, que nació en Bruselas por accidente en 1914, llegó a la Argentina a los cuatro años, donde seguramente sus raíces lo arrastraron para encontrarse con su vena literaria.
Su primera gran obra importante fue “Bestiario” (1951), una compilación de cuentos fantásticos que no se desprenden de lo cotidiano. Posteriormente, a finales de esta misma década llegarían “El Perseguidor” y “Las armas secretas” que le dieron renombre, para después encumbrarse como un escritor innovador en la literatura latinoamericana.
Pero fue gracias a “Rayuela” (1963) que Julio Cortázar tomó reconocimiento y gran simpatía, debido a su manera tan irreverente de escritura y su originalidad e ingenio para incitar a los lectores.
Despertó su interés político con la Revolución cubana, se formó un sentido socialista profundo, abogó por los golpeados y azotados de las dictaduras latinoamericanas, tuvo como hermano mayor al Ché Guevara y se enamoró de la “Nicaragua tan violentamente dulce”.
Sus restos yacen hoy en Francia en el cementerio de Montparnasse al lado de genios como Jean paul Sarttre, Simone Beauvoir, el mexicano Carlos Fuentes y el admirado poeta peruano César Vallejo.
Julio Cortázar no puede haber muerto, porque aún su obra sigue perenne, continúa siendo leída, estudiada y apreciada en diversos idiomas, algo que lo hace eternamente inolvidable.