Los conflictos religiosos inaugurados por la Reforma culminaron en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que prácticamente destruyó a Alemania como nación. Los sentimientos nacionales se extinguen. La Liga Católica busca el payo de España y Austria mientras que los príncipes protestantes traicionan los intereses nacionales ante Francia y Suecia. Se da un espíritu de imitación servil de lo extranjero. Se desprecia y se falsifica el idioma alemán en círculos aristocráticos donde es corrompido por el influjo de palabras extranjeras. La literatura carece de originalidad y sustancia; los escritores se centran principalmente en la parte formal.
El escritor principal de este periodo es Martin Opitz (1597-1639), cuyo tratado "Von der deutschen Poeterey" (1624) tuvo una autoridad indiscutida como “ars poetica “durante más de un siglo. En la poesía había que buscar regularidad e inteligibilidad más que imaginación y sentimiento. La teoría de Opitz, tomada de la práctica de los poetas del Renacimiento francés y holandés, no dejaba lugar a la imaginación. El libro tuvo un efecto saludable porque puso fina a contar mecánicamente las sílabas e hizo que el ritmo dependiera en la tensión, la carga el acento. Sus protestas Montreal uso innecesario de palabras extranjeras son laudables. Opitz es autor de varios poemas moralizantes, didácticos, religiosos o descriptivos, pero de escaso mérito. Su obra más conocida es "Trostgedicht in Widerwaertigkeit des Kriegs" (1633). Los poetas seguidores de Opitz son conocidos como la Primera Escuela Silesia, aunque no todos son silesio de nacimiento e incluían a varios de verdadero talento como Friedrich von Logau (m. 1655), epigramista ingenioso y Paul Fleming (m. 1640), lírico.
Los poetas del llamado Círculo de Königsberg también eran seguidores de Opitz. Entre ellos sobresale Simon Dach (m. 1659). También hay que mencionar en esta línea a Andreas Gryphius (1616-64), principal dramático de este período. Sus tragedias, basadas sobre todo en modelos holandeses, están afectadas por su retórica artificial y la predilección por lo horrible; sus comedias son mucho mejores aunque no fueran tan estimadas. Los poetas de esta escuela influyeron positivamente en la dicción y versificación. La literatura en sus manos era un producto perfecto de la intelectualidad, totalmente alejada del pueblo. Las sociedades lingüísticas que surgieron por entonces, la más famosa era Die fruchtbringende Gesellschaft (1617), no cambiaron esta situación: el idioma mejoró debido a sus esfuerzos, pero la literatura no. En reacción contra el frío formalismo y utilitarismo de los Opitzianos, los escritores de la Segunda Escuela Silesia, Christian Hofmann von Hofmannswaldau (1617-79) y Daniel Kasper von Lohenstein (1635-81) cayeron en e extremo opuesto de rimbombancia y exageración. En el estilo, imita al italiano Marini. Los poemas líricos del primero y los dramas y novelas del segundo están escritos en un estilo inflado y poco natural, sobrecargado de metáforas.
Tanto en el estilo como en su inmoralidad estos escritos reflejan el gusto de la sociedad cortesana contemporánea. Y oponiéndose a este estilo que seguía la tendencia de la moda, Christian Weise (m. 1708) en su escuela de dramas y novelas satíricas busca la simplicidad que en su obra y en las de sus seguidores degeneró con frecuencia en trivialidad e inanidad. La mejor poesía que produjo el siglo diecisiete fue la lírica religiosa, especialmente los himnos. El tono de esos poemas ya no es de lucha, sino de piadosa resignación. El más grande de los escritores protestantes de esta tendencia fue Paul Gerhardt (1607-1676). También son dignos de mención Joachim Neander, Georg Neumark, Johann Franck y Philipp Jakob Spener. Entre los católicos los más importantes fueron el jesuita Friedrich Spe (1591-1635), intrépido defensor de las víctimas de los tribunales contra la brujería y autor de la colección lírica "Trutznachtigall," y Johann Scheffler, más conocido como Angelus Silesius (m. 1677), convertido y más tarde ordenado sacerdote en cuya colección poética "Heilige Seelenlust" y "Der cherubinische Wandersmann", la mística vuelve a encontrar una noble expresión. Otro poeta jesuita, Jacob Balde (1604-68), elaboró su obra mejor en latín aunque sus poemas alemanes no carecen de mérito.
La novela comenzó a florecer en el siglo diecisiete. La novela heroica y galante, de la que Lohenstein era el mejor exponente, era muy estimada por la sociedad aristocrática, pero tenía poco valor literario. La novela picaresca, de influencia española, era mucho mejor: la prosa clásica del siglo es el "Simplicissimus" de Christoph von Grimmelshausen (d. 1676), un converso al catolicismo. Va describiendo, en forma de autobiografía, un panorama realista del periodo de la Guerra de los Treinta Años. El “Robinson Crusoe” de Defoe produjo una oleada de imitaciones de las que "Die Insel Felsenburg", de Schnabel, es la mejor.. la Sátira está representada por el "Schellmuffskys Reisebeschreibung" (1696) de Christian Reute y por los escritos de Johann Balthasar Schupp, un pastor luterano de Hamburgo (m. 1661), así como por los de Ulrich Megerle, conocido como Abraham de Sancta Clara (1644-1709), un agustino que se hizo famoso, como predicador de la corte de Viena, por su gracia e ingenio. La prosa alemana comienza ahora a ser utilizada en la filosofía y en la ciencia. Los pioneros en esta línea fueron Christian Thomas y Christian Wolff, que inauguraron el movimiento racionalista en Alemania A principios del siglo dieciocho la literatura alemana no se había elevado mucho. El drama, especialmente, en el que el protagonista solía en unas farsas que la mantenían en baja forma.
Johann Christoph Gottsched (1700-66), un profesor de Leipzig, intentó reformarla. Sus esfuerzos son de alabar pero él no era, ni mucho menos, un poeta; pare él la poesía era una cosa del intelecto y su propósito había de ser pr4áctico. Para él no eran importantes el misterio y lo maravilloso. El buen gusto se cultivaba imitando el drama clásico francés, que era el mejor exponente de la práctica de los antiguos. La dictadura literaria de Gottsched no fue cuestionada hasta que se vio implicado en la controversia con los críticos suizos, Bodmer y Breitinger, que insistían en los derechos de la imaginación y del sentimiento y propusieron a los poetas ingleses como modelos mejores que los franceses.. Gottsched fue derrotado y en consecuencia perdió toda su autoridad. La poesía comenzó a mejorar lentamente; esa mejora ya se nota en el poema descriptivo "Die Alpen" de Albrecht von Haller (m. 1777) y en el gracioso verso de Friedrich von Hagedorn (m. 1754). El autor más popular era Christian Fuerchtegott Gellert (1715-69), cuyas fábulas son conocidas en todos los hogares alemanes. También escribió cuentos, comedias moralizantes e himnos. Pero ni estos escritores ni los del Círculo de Halle, Johann Wilhelm Ludwig Gleim, Ewald Christian von Kleist y Johann Peter Uz, llegaron a ser grandes escritores.
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