Mijaíl Bulgakov - Los huevos fatídicos
Una novela que mezcla la ciencia ficción y la prosa de uno de los mejores
escritores del pasado siglo merece sin duda la atención de los lectores.
Los huevos fatídicos es el humorístico título —no me negarán
que sería un buen título de película de serie B— de una novelita de
Mijaíl Bulgákov que hará pasar un buen rato a cualquiera que abra sus
páginas.
En verdad, algo de película de serie B tiene Los huevos fatídicos.
Su argumento mezcla un innovador invento, descubierto por casualidad,
un error funesto y una catástrofe que acabará poniendo en jaque al país
de los soviets. Pero como el argumento está desarrollado por la
brillante pluma de Bulgákov, la novela es una pieza llena de imágenes
vanguardistas, cierto aire cinematográfico y mucho sentido del humor.
El
profesor Pérsikov, un reputado herpetólogo, descubre por casualidad un
misterioso rayo capaz de acelerar el desarrollo de los organismos vivos.
Mientras el profesor trata de realizar los experimentos necesarios para
probar el rayo, la prensa descubre su invento y convierte su vida en un
infierno. El metódico científico deberá afrontar la sinrazón de los
medios en lo que resulta una tan divertida como edificante crítica a un
periodismo volcado en el sensacionalismo más que en la información.
La
atención de la prensa atrae sobre el invento de Pérsikov el interés de
las altas esferas políticas, pero pronto tendrá que relegar sus
investigaciones cuando se le pida colaborar para frenar una crisis que
asola la URSS: las gallinas mueren por una enfermedad desconocida y la
nación se está quedando sin ejemplares. En
ese momento hace su entrada un personaje cuya intervención resultará
clave, no en vano Bulgákov eligió para él el nombre de Aleksandr
Semiónovich Fatum. Aprecien el humorismo que, si no del todo original,
es desde luego cien por cien efectivo. Cuando un bedel anuncia al
profesor Pérsikov a un tal Fatum enviado por el Kremlin que espera en la
antesala para entregar un papel, el científico responde: «¿El fatum con un papel? Qué combinación tan extraña.»
Fatum
dirije un sovjós y ha conseguido permiso para usar el rayo del profesor
Pérsikov con unos huevos de gallina enviados especialmente desde el
extranjero. De esa forma, la población de ponedoras deberá incrementarse
de manera rápida. Pero
el destino entra en juego y debido a un error las cosas no saldrán
según lo planeado. Tanto Pérsikov como Fatum serán víctimas inocentes de
una situación descontrolada. Con su historia, Bulgákov se adelantó a la
famosa Ley de Murphy y parece querer decirnos que cuando las cosas han
de salir mal, salen mal. Nadie puede evitarlo. Y la mejor voluntad
puesta en marcha con las mejores intenciones puede convertirse en una
herramienta cruel del destino.
Una cosa más nos enseña Los huevos fatídicos:
que la tecnología no siempre da los resultados que se esperan. Y,
entonces, las mismas personas, honestos ciudadanos de a pie, que se
entusiasmaron con ella acabarán por aborrecerla y, si está en su mano,
destruirla con violencia. A pesar de los siglos no estamos tan lejos de
aquellos hombres que pensaban que la ciencia era brujería.
Pero además de sutiles enseñanzas, Los huevos fatídicos
es una novela para disfrutar. Disfrutar de su trama bien urdida, donde
todo sucede cuando debe. Disfrutar de su humor y de la frescura de sus
diálogos. Disfrutar también de su prosa viva y plástica. No se la
pierdan.