Carlo Maria Maggi
Poeta, dramaturgo y libretista italiano, nacido en Milán el 3 de mayo
1630 y fallecido en su ciudad natal el 22 de abril de 1699. Para el
cultivo de la creación literaria se sirvió tanto de la lengua latina
como de su lengua vernácula, el dialecto milanés, en el que escribió sus
más celebradas comedias.
Vida
Hijo de Giovanni Battista y Angela Riva, recibió su primera
formación escolar en el Colegio de los Jesuitas de Brera, donde dio
muestras de poseer una viva inteligencia natural y una especial
inclinación hacia el estudio de los saberes humanísticos. En 1646,
cuando apenas contaba dieciséis años de edad, abandonó el hogar familiar
para cursar estudios superiores de Derecho Civil y Canónico en la
prestigiosa Universidad de Bolonia, de la que egresó en 1650 con el
título de licenciado en Jurisprudencia. Durante toda su vida ejerció
como jurista y desempeñó un relevante papel en la vida pública de su
Milán natal, actividades que compaginó con el estudio constante de la
literatura, la composición de libretos para piezas musicales, y el
cultivo de la creación poética y la escritura teatral. Se distinguió,
entre otros poetas de su tiempo, por su notable magisterio en el empleo
de algunos moldes estróficos que, en su época, podían considerarse ya
clásicos, como el madrigal, la octava y el soneto; y estrenó algunas
tragedias y comedias que le granjearon un merecido prestigio literario
entre sus convecinos, y que le permitieron frecuentar los principales
foros y cenáculos artísticos e intelectuales de Milán (especialmente,
las academias literarias y las tertulias organizadas en los salones de
los grandes señores).
Casado en 1656 con Anna Maria Ponticelli, al
cabo de seis años consiguió, merced a sus buenas relaciones con la Casa
Borromeo y a la protección del conde de Arese, el relevante cargo
público de Secretario del Senado milanés, en el que se mantuvo hasta el
final de sus días. Al parecer, su rectitud moral y su acusado sentido de
la honestidad -apoyados por una sincera religiosidad que fue muy
valorada por sus conciudadanos- le convirtieron en un modelo de obligada
referencia en el ejercicio de las actividades políticas. Tan admirado
fue por su honradez, que en 1679 Gerolamo Arata Silvano, combinando las
letras de su nombre latinizado (Carolus Maria Maddius), compuso el
anagrama Adamas, Lucidius, Rarus ('diamante brillantísimo y
raro'), con el que daba a entender que la figura pública del poeta y
dramaturgo milanés era una auténtica y valiosísima rareza dentro del
panorama general de corrupción que dominaba en la política italiana del
siglo XVII.
Estas obligaciones político-administrativas no le
apartaron de su pasión humanística, que le llevó a ejercer la docencia, a
partir de 1676, en la Escuela Palatina, en calidad de profesor de
retórica griega y latina. Poco después, Carlo Maria Maggi fue nombrado
superintendente de dicha institución docente, cargo que luego desempeñó
también en la Universidad de Pavía. El momento culminante de su carrera
política tuvo lugar en 1677, cuando fue finalmente elegido miembro del
Senado y del Gobierno milanés, con la misión de administrar las
instituciones sanitarias de la ciudad. A su muerte, sobrevenida en la
primavera de 1699, recibió sepultura en la basílica de San Nazzaro, en
medio de grandes muestras de dolor por parte de todos los pobladores de
Milán.
Obra
Si admirable y productiva fue la labor desempeñada por Maggi en
las instituciones políticas de su ciudad, no menos deslumbrante y
fecunda fue su actividad literaria, que le granjeó el título honorífico
de "padre de la literatura milanesa". Es fama que, a lo largo de su
dilatada y fructífera trayectoria como autor, llegó a escribir más de
mil quinientas obras, entre las que compuso en lengua italiana -la mayor
parte de ellas-, en latín y en dialecto milanés. En la actualidad, es
fundamentalmente recordado y valorado por los textos que escribió en su
lengua vernácula, que abrieron un provechoso cauce dentro de la
literatura italiana y se convirtieron en punto de referencia obligada
para otros autores posteriores que eligieron el dialecto milanés como
vehículo expresivo, como Domenico Balestrieri (1714-1780), Giuseppe Parini (1729-1799) o Carlo Porta (1775-1821).
En
su faceta de escritor, Carlo Maria Maggi se dio a conocer por medio de
la composición de una serie de libretos en italiano para piezas
musicales, entre los que cabe recordar los titulados Lucrina (1666), Bianca di Castiglia (Blanca de Castilla, 1674) y Affari e amori (Negocios y amores,
1675). A finales de los años ochenta, el autor milanés dio a la
imprenta una valiosa recopilación de sus poemas escritos en lengua
italiana, Rime varie (Rimas varias, 1688), cuyo mayor
interés radica en la constatación del agotamiento de la estética barroca
-contra la que reacciona Maggi en estos poemas- y la adopción de
antiguos referentes formales y temáticos de la literatura clásica
bucólica, que preludian el triunfo inminente, durante el siglo XVIII, de
las modas arcádicas o pastoriles. A pesar del aprecio que sentía por su
lengua vernácula, los poemas que escribió en dialecto milanés no vieron
la luz hasta dos años después de su muerte, en una recopilación póstuma
titulada Rime milanesi (1701).
Mención aparte merecen las
cinco piezas teatrales en dialecto milanés de Carlo Maria Maggi,
compuestas todas ellas en sus últimos años de existencia, pero
oportunamente estrenadas en vida del autor. Se trata de cuatro comedias
tituladas Il manco male (Del mal, el menos, 1695), Il barone di Birbanza (El barón de Birbanza, 1696), I consigli di Meneghino (Los consejos de Meneghino, 1697) e Il falso filosofo (El falso filósofo, 1698), y del acto único Il concorso dei Meneghini (La reunión de los Meneghinos,
1698 o 1699). Más que por sus innovaciones técnicas o por la
originalidad de sus situaciones, las comedias de Maggi se valoran
actualmente por su empleo -verdaderamente revolucionario en su tiempo-
del dialecto milanés no con fines paródicos -como había ocurrido hasta
entonces cuando aparecía en textos literarios-, sino como vehículo de
expresión literaria que, por su inmediatez al pueblo que lo habla, se
convierte en el mejor instrumento "para decir la verdad" (según la propia expresión de Maggi).
Entre estas cinco piezas teatrales, adquiere la categoría de obra maestra la titulada I consigli di Meneghino (Los consejos de Meneghino,
1697), cuyo protagonista habría de convertirse en un arquetipo
emblemático del ciudadano medio milanés, visto por Maggi como un hombre
franco, honesto, sencillo y generoso, volcado en el cumplimiento de sus
obligaciones laborales y entregado a los demás "con el corazón en la mano".
La creación de este personaje-tipo hizo fortuna entre los seguidores
dieciochescos del teatro de Maggi, y su constante reaparición sobre los
escenarios italianos dio lugar a la denominada letteratura meneghina
("literatura meneghina"). El primero en recuperarlo dentro de su
posterior producción dramática fue su propio creador, quien, en el acto
único titulado l concorso dei Meneghini (La reunión de los Meneghinos,
1698 o 1699), se sirvió de esta ya famosa figura para exponer su
propuesta de reforma teatral, contraria tanto a las convenciones fijas
-y ya notablemente desgastadas- de la commedia dell'Arte como a
los modelos importados del teatro español del Barroco (en opinión de
Maggi, plagado de demasiadas situaciones "rocambolescas").
Al
margen de estas consideraciones teóricas acerca del hecho teatral, y de
la importancia del empleo del dialecto milanés como vehículo de
expresión literaria, las comedias de Carlo Maria Maggi constituyen un
ameno y delicioso repertorio de los usos y costumbres de sus
conciudadanos, a los que refleja sobre las tablas en actitudes y
situaciones cotidianas que revelan las formas de vida de la ciudad en la
segunda mitad del siglo XVII. Así, v. gr., en Il barone di Birbanza (El barón de Birbanza,
1696) resulta entrañable la presentación de sus convecinos entre los
puestos de alimentos y golosinas enclavados en la periferia de Milán,
donde era típico el consumo del popular queso de bola milanés.