Cyrano de Bergerac
Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac (París, 6 de marzo de 1619 + Sannois, 28 de julio de 1655). Escritor francés. Se dedicó a la carrera militar hasta
que una herida sufrida en el sitio de Arrás (1641) le obligó a renunciar
a ella. Regresó a París, donde frecuentó los círculos libertinos y
llevó una vida disipada, a la que no siempre podía hacer frente
económicamente, y acabó buscando la protección del duque de Arpajon,
quien le retiró su confianza tras el estreno de su primera pieza
teatral, La muerte de Agripina (1653), motivo de escándalo por su intención antirreligiosa. Su obra más reconocida y ambiciosa es Historia cómica de los estados e imperios de la Luna (1657), seguida en 1662 por Historia cómica de los estados e imperios del Sol, una especie de utopía fantasiosa donde expuso sus concepciones filosóficas, astronómicas y físicas. Edmond Rostand recrearía su figura como la de un personaje romántico y aventurero en su tragicomedia Cyrano de Bergerac (1897).
Hijo de una familia que recientemente había
alcanzado la nobleza togada de la capital (no era gascón, como lo
presenta Rostand en el drama homónimo), estudió en el Colegio de
Beauvais, a cuyo "principal", Jean Graugier, caricaturizó en El pedante engañado,
una comedia inspirada en Lope de Vega que destaca por la fresca vena de
comicidad que la impregna, si bien tiene demasiados elementos que no
llegan a fundirse en unidad artística. Se alistó como cadete en la
Compañía de la Guardia, participó en los sitios de Mouzon y Arras (1641)
y recibió en estas acciones una herida de espada en la garganta,
después de lo cual dejó las armas y regresó a París.
Allí frecuentó los ambientes libertinos y fue discípulo de Gassendi, junto con el joven Molière.
Dilapidados los escasos recursos a causa de su disipada vida, residió
por espacio de algún tiempo en casa de M. d'Assoucy y renunció a la
absoluta independencia. En 1647 heredó un modesto legado de su padre.
Por aquel entonces compuso la citada comedia y las Cartas satíricas (contra Scarron, Montefleury, d'Assoucy, etc.), e imaginó una vasta obra, El otro mundo,
especie de nueva utopía (Cyrano conocía los textos de Tomás Moro y
Campanella) en la cual presentó, entre extravagantes fantasías, sus
audaces ideas físicas y filosóficas. Durante las luchas de la Fronda
escribió al principio violentas mazarinades (libelos satíricos contra el cardenal Mazarino), pero luego puso su pluma al servicio del cardenal.
Protegido por el duque de Arpajon, compuso la tragedia La muerte de Agripina,
que, representada en el Hôtel de Bourgogne en 1653, escandalizó por su
descaro y conoció el fracaso. Enemistado con su protector y maltrecho
por haberle caído una viga sobre la cabeza, fue socorrido por su piadosa
hermana Catalina, superiora del convento de las Hijas de la Cruz, y
acabó sus días en casa de un primo, después de su conversión. Su amigo
Le Bret publicó (extrayéndolo del manuscrito de El otro mundo) la Historia cómica de los estados e imperios de la Luna en 1657; más tarde, en 1662, aparecía la Historia cómica de los estados e imperios del Sol.
En ambos libros el autor relata un viaje imaginario que incluye tanto
aventuras como descripciones de las muy diferentes costumbres de los
habitantes de la Luna y el Sol, que se combinan con digresiones
filosóficas.
En la Historia cómica de los estados e imperios de la Luna,
Cyrano cuenta cómo, volviendo una tarde en compañía de algunos amigos
después de una excursión campestre, se entregaron todos a hacer
graciosas hipótesis sobre la naturaleza de la Luna. El autor afirma,
suscitando la hilaridad de todo el grupo, que la Luna es un mundo, según
la opinión de algunos antiguos y de Copérnico y Kepler. De regreso a su
casa, encuentra sobre su mesa el libro de Cardano, abierto precisamente
en la página en que el filósofo habla de dos viejos que se le
presentaron una tarde afirmando ser habitantes de la Luna.
Impresionado por tan extraña coincidencia,
Cyrano comienza a pensar en la posibilidad de un viaje lunar y fabrica
un aparato muy sencillo consistente en un gran número de vejigas llenas
de rocío y atadas alrededor del cuerpo. El sol, con su calor, comienza a
atraerlas, como hace con las nubes, y de este modo le arrastra a él
mismo hacia las alturas, transportándolo a un mundo que, al pronto, no
reconoce y que es precisamente el de la Luna. Los habitantes lo
consideran una especie de mono y lo tratan como tal. Finalmente uno de
ellos le confiesa que es el demonio de Sócrates, se hace su protector y
le defiende de mil maneras contra una parte de la población, que se ha
dividido en dos bandos: una favorable y otra hostil a Cyrano. Y es él
precisamente quien, levantándolo como un huracán y llevándolo sujeto
entre sus brazos, lo vuelve a la Tierra, haciéndole atravesar
rápidamente todo el espacio.
La obra, luminosa por sus muchas páginas de
fresca e intensa comicidad y por la juvenil audacia de su pensamiento,
no siempre es igualmente límpida y armoniosa. Da la impresión de ser el
trabajo de un pensamiento en gestación, que aún no ha llegado al
completo dominio de sí mismo; de ahí que algunas partes del libro
aparecen un tanto confusas, no comparables con la armoniosa perfección
de los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift y de ciertos cuentos satíricos de Voltaire.
A la muerte de Cyrano, la Historia cómica de los estados e imperios del Sol
se hallaba incompleta y con abundantes lagunas, pero fue igualmente
publicada en 1662. En el libro, con ayuda de una curiosa máquina
aerostática de su invención, Cyrano se eleva hasta el Sol, donde, entre
otras maravillas, aprende la feliz vida de las aves en su perfecta
ordenación política. Cyrano se encuentra con Tomás Campanella,
que le cuenta cómo los filósofos son los únicos de entre los hombres
que conservan en el Sol, después de la muerte, el ser y la vida que
tuvieron en la tierra. Otros detalles de la obra recuerdan La ciudad del Sol de Campanella.