La posteridad empieza en el sur

El poeta, investigador y ensayista Alfredo Chacón (San Fernando de Apure, 1937) recuerda a veces el aire enrarecido que se respiraba en su país en los años 50 cuando imperaba la dictadura del gorila Marcos Pérez Jiménez. Y piensa que el aire venezolano que sopla está envilecido. Pero él no se presenta ahora como analista político. Ha salido a bautizar un libro suyo de ensayos sobre la poesía de algunos de los más importantes escritores de América Latina.
La colección de estudios se titula 'Ser al decir', lo publica Oscar Todtmann Editores. Es un análisis sobre los versos de estos siete escritores: José Lezama Lima, Octavio Paz, Ida Gramcko, Tomás Segovia, Haroldo Campos, Rafael Cadenas y Alfredo Silva Estrada.
Chacón examina a degüello algunas piezas escritas por los autores que ha incluido en su libro. "Escogí varios textos de esos autores y los leí a profundidad. Entonces, hice algo que a mí me gustaría ver en algunos libros: las reflexiones de ellos las coloqué junto a las mías. Así, mi palabra y la de los otros se entretejen. Yo trato de hablar con lo que me ha enseñado la inmensa experiencia heredada desde Platón en adelante".
El hombre que ha escrito 'Salomario', 'Materia bruta', 'Actas del presagio', 'Palabras asaltantes' y 'Curiepe' tiene localizado un punto de su vida intensa, múltiple, en el que consigue que coincidan, en un ámbito de paz y ayudas mutuas, la imaginación y los sueños junto a la razón y el examen científico de los textos. Se le aprecia en su país tanto por su obra poética, frondosa, cuidada y levemente parnasiana en sus principios, como por el rigor de sus ensayos, sus investigaciones y su labor docente y de animación cultural.
Hay que conocer a este poeta que comenzó a escribir a los 18 años unos poemas que eran la raíz de estos versos: "El pájaro que en una de sus alas/ siente cuando se pone el sol/ es el pájaro en cuya otra ala/ el sol se está poniendo/ cuando pasa frente a mi perdiéndose de vista/ hasta que reaparece/ dándome la cara".
VIERNES. Claudia en el mundo
Una tarde, hace muchos años, en la década vertiginosa y ardiente de los años 70, Ernesto Cardenal (Granada, 1925), que era ya uno de los poetas más leídos de América Latina, me dijo que se acordaba de la muchacha que había amado en Managua cuando todavía no era sacerdote y que ella, empleada de una biblioteca, también se acordaba de él y sabía que era ese poeta famoso.
No se sentía disminuido, ni agobiado por las probables limitaciones de su vocación religiosas porque los poemas de amor que le atravesaran la sotana en el futuro rumbo al corazón estarían dedicados a Dios, que es como decir a todas las muchachas, a todos los seres humanos.
Muchos de sus viejos lectores seguimos apegados a la emoción particular y única, de los versos que un hombre enamorado escribe de manera sencilla y directa con palabras de la calle para que una tal Claudia los entienda aunque le advierte que, si a ella no le interesan, un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica y otras soñarán con un amor que no fue para ella.
Esos versos y todos los poemas de Cardenal hace tiempo que pasaron a ser propiedad de la lengua española y de otros idiomas. El viaje para instalarse definitivamente en Hispanoamérica recibió esta semana un impulso muy importante con el anuncio en Buenos Aires de que la obra poética del nicaragüense, en tres tomos y en una edición masiva, comenzará a distribuirse de manera gratuita en las escuelas publicas de Argentina.
La poesía de Cardenal se integra en un proyecto del Ministerio de Educación que abarca a un centenar de autores argentinos, latinoamericanos y universales. En la nómina están, entre otros, José Martí, Pablo Neruda, César Vallejo, Antonio MachadoRafael AlbertiJorge Luis Borges, Nicanor Parra, Roque Dalton y Juan Gelman.