Hernando de Talavera
(Talavera de la Reina u Oropesa, provincia de Toledo, 1428 + Granada, 14 de mayo de 1507) Religioso jerónimo y escritor español nacido en Talavera de la Reina
(Toledo) hacia 1430 (si bien hay aún especialistas que apuestan por
datas que van de 1425 a 1428) y fallecido en Granada el 14 de mayo de
1507. Fue obispo de Ávila, primer arzobispo de Granada y confesor de la
reina Isabel la Católica.
Aunque para sus antiguos biógrafos (desde el primero de todos los que
llevaron a cabo una semblanza exhaustiva, Jerónimo de Madrid, quien
apuntó su parentesco con Hernando Álvarez de Toledo,
que costeó sus estudios en la Universidad de Salamanca) pertenecía a
una familia de ilustre linaje, hay datos que confirman que varios de sus
antepasados eran judíos; concretamente, por línea materna, le llegaba
sangre de la familia judía de los Contreras. Por otra parte, sabemos
que, hacia el final de su vida, él mismo y su familia fueron acusados
ante el tribunal inquisitorial por presuntas prácticas judaizantes; no
obstante, el prelado quedó libre de cargos y consiguió la caída en
desgracia del inquisidor de Córdoba Diego Rodríguez Lucero.
Vida
Su primera infancia trascurrió en su localidad natal, donde
aprendió las primeras letras; hay quien piensa que, poco después, pasó a
Barcelona para formarse como amanuense con Vicente Panyella, pues los
documentos se refieren a un Fernando de Talavera que bien podría ser
nuestro personaje, aunque este extremo no es del todo seguro. En
Salamanca estudió Artes y Teología; en las actas salmanticenses aparece
registrado con el nombre completo de Hernán Pérez de Talavera. A la mater seguía ligado años después, entre 1463 y 1466, aunque ya como catedrático de Filosofía Moral, como revela el Libro de Claustros
de ese período. En algún momento de su vida académica se ordenó
sacerdote; en 1466 abandonó definitivamente la docencia para recluirse
en el monasterio que la Orden de San Jerónimo, de la que era general su
familiar Alonso de Oropesa
(1457-1468), tenía en Alba de Tormes. Allí se formó como jerónimo para
ser enviado más tarde, como prior de Nuestra Señora de Prado, a
Valladolid, en donde abriría las puertas a la primera imprenta de la
ciudad en 1480.
En Valladolid entró en contacto con la corte y se
hizo célebre por sus dotes como predicador. Su fama pronto le hizo
ganarse la confianza de la reina Isabel, que lo nombró confesor
personal; ese contacto cotidiano le dio inmenso poder y justifica a
nuestros ojos su rápida entrada en el Consejo Real. Mientras en su orden
era nombrado visitador general, sus merecimientos hicieron que los
Reyes Católicos lo propusieran al papa Sixto IV
para un obispado. En 1483, lo encontramos como administrador de la
diócesis salmantina; por fin, el 26 de agosto de 1485 era elegido obispo
de Ávila. A pesar de su deseo de permanecer en su nueva diócesis, los
Reyes lo retuvieron a su lado como pieza fundamental durante la campaña
de Granada, en la que desempeñó un papel básico; así se explica que, en
1492, recibiese nombramiento de Comisario de la Bula de la Cruzada y se
le encomendase la administración de la diócesis granadina; no obstante,
la fecha de recuerdo obligado es el 23 de enero de 1493, en que era
nombrado arzobispo de Granada.
En esa ciudad, se empeñó en lograr un mejor entendimiento entre las dos culturas y en traducir la Biblia al árabe, aunque esta última empresa fue entorpecida por el Cardenal Cisneros,
partidario de métodos más expeditivos (que aplicó tras tomar el relevo
en 1499, con la célebre quema de los libros de los moros de Granada).
Cristianizó a los musulmanes de forma pacífica mediante la comprensión y
la convicción; un papel semejante le cupo tiempo atrás como defensor de
los conversos en el hervidero antisemita de la Castilla de la segunda
mitad del siglo XV. Menos conocida es su participación en el sueño
americano, aunque la documentación exhumada en los últimos años confirma
que nunca se opuso (como se decía en otros tiempos), sino al contrario,
a la aventura del Nuevo Mundo.
La obra de fray Hernando fue
básica para la reforma del clero español de su época, claro reflejo de
las transformaciones que venía experimentando la Iglesia europea desde
la época del Cisma y anticipo de las que vendrían en las primeras
décadas del siglo XVI. Se preocupó por la formación de los sacerdotes,
la participación de los feligreses en el oficio, la constitución de una
gran fraternidad cristiana en la que cupiesen todos (sin distinción de
cristianos nuevos y cristianos viejos) y la catequización de los nuevos
súbditos musulmanes. Además, dejó fama de santo, lo que llevó a un
temprano proceso de beatificación que pronto (seguramente por culpa de
los vientos contrarios que, para cualquiera con ribetes de converso,
soplaron en el siglo XVI) dio en nada.
Obra literaria
La obra de fray Hernando está compuesta por escritos de muy
diversa índole, entre los que abundan los de tipo moral y sobre
distintos aspectos de la reforma religiosa de la época, como su Cartilla y doctrina en romance para enseñar niños a leer, Breve y muy provechosa doctrina de lo que debe saber todo cristiano con otros tractados muy provechosos (contiene, entre otros, el Breve tractado de cómo habemos de restituir y satisfacer de todas maneras de cargo, el Breve y muy provechoso tractado de cómo habemos de comulgar, el Breve y muy provechoso tractado contra el murmurar y decir mal de otro en su absencia, el Solazoso y provechoso tractado contra la demasía de vestir y de calzar y de comer y de beber y el Tractado de lo que significan las ceremonias de la misa), Avisación a la condesa de Benavente, Suma y breve compilación de cómo han de vivir y conversar las religiosas de San Bernardo que viven en los monasterios de la ciudad de Ávila sujetas al obispo de aquella ciudad y obispado, Colación muy provechosa de cómo se deben renovar en las ánimas todos los fieles cristianos en el santo tiempo de Adviento, De cómo debemos aprovechar el tiempo, Ceremonia de todos los oficios divinos, Breve forma de confesar, Confesión general, Glossa sobre el Ave María, Breve tratado de loores del bienaventurado san Juan Evangelista o la Instrucción por do se rigiesen los oficiales y oficios y otras personas de su casa.
A
falta de un estudio de conjunto moderno que repare carencias obvias,
cabe concluir que la lista de escritos de fray Hernando casi alcanza las
dos docenas de obras vernáculas catalogadas por C. B. Faulhaber, A.
Gómez Moreno, A. Moll y A. Cortijo en Bibliografía española de textos antiguos
(versión de 1999); aparte, hay que añadir una decena más de textos
posmedievales, compuestos ya después de 1500.
Conservamos las distintas
piezas que constituyen el Oficio entero de la dedicación de Granada,
impreso en Évora, en 1557. Una atribución a fray Hernando (bajo el
nombre de Hernando de Oropesa) que aún se halla en las obras de
referencia es la de la Memoria de nuestra redención de Sancho
Pérez Machuca, impresa en Toledo en 1526, obra en la que de seguro tuvo
bastante que ver, pues participó en distinta manera en el desarrollo de
escritos ajenos; así se pone de relieve, sobre todo, en el Libro de
la vida de Nuestro Señor Jesucristo, compuesto y ordenado por Fr.
Francisco Ximénez, patriarca de Jerusalem, enmendado y añadido en
algunas partes y hecho imprimir por Fr. Hernando de Talavera. Ciudad de
Granada, en el postrimero día de abril, año del Señor de mil
cuatrocientos noventa y seis.
Sin duda alguna, su obra más conocida es la Católica impugnación del herético libelo maldito y descomulgado en defensa de nuestra fe (1481 a quo),
escrito en el que arremete contra el libelo anónimo de un judaizante
sevillano y apoya la causa de los conversos o cristianos nuevos en su
deseo de integrarse con el resto de la comunidad cristiana. Es
conveniente resaltar el hecho de que fue un innovador en materia
literaria, pues cultivó varios de los géneros de más prestigio, como el
oratorio (se conservan varias piezas insertas en la Crónica de los Reyes Católicos de Hernando del Pulgar, amén de la cercana Exhortación
hecha por el dicho padre prior de Prado a dos caballeros catalanes
llamados Semenet y Marguerite queriendo entrar en el desafío que el Rey
Católico les tenía asignado, del ms. 1104 de la Biblioteca Nacional) y el epistolar, como en sus Cartas al licenciado Villaescusa. Además, tradujo a distintos autores, entre ellos al mismísimo Francesco Petrarca, con un temprano romanceamiento de las Invective contra medicum, que en la traducción castellana llevan el título de Reprensiones y denuestos contra un médico rudo e parlero.
Por desgracia, no se conservan sus sermones, de los que sólo nos ha
llegado la fama de que estuvieron entre las piezas homiléticas más
esmeradas que jamás se hayan compuesto.
Bibliografía
-
ALCÁNTARA MUÑOZ, P. de. Vida del venerable D. Fray Hernando de
Talavera, primer arzobispo de Granada, Confesor y consejero de los Reyes
Católicos Don Fernando y Doña Isabel (Madrid, 1866).
FERNÁNDEZ, F. La España imperial. Fray Hernando de Talavera, confesor de los Reyes Católicos y primer arzobispo de Granada. (Madrid, 1942).
FERNÁNDEZ DE MADRID, A. Vida de Fray Fernando de Talavera, primer arzobispo de Granada. (ed. de F. García Olmedo), (ed. facsimilar con estudio de F. J. Martínez Medina, [Granada, 1992]).
RESINES LLORENTE, L. Hernando de Talavera, prior del Monasterio de Prado, Valladolid (1993).
ROMERO DE LECEA, C. “Hernando de Talavera y el tránsito en España del manuscrito al impreso”, en Studia Hieronymiana, 1 (1973), (pp. 317-377).
TALAVERA, H. de. Católica impugnación. (ed. de F. Márquez Villanueva y F. Martín [Madrid, 1961]).
AGM