Alexandr Fadeiev
Escrita
siguiendo las huellas de aquella gran batalla contra el fascismo, reflejó
de manera brillante su magnitud, su dramatismo y el propio espíritu
de lucha sin cuartel en defensa del socialismo.
En plena
guerra, la mayoría de los escritores soviéticos combatía
en el frente al lado de su pueblo: más de 400 -una tercera parte
de la organización de escritores- cayeron en el campo de batalla.
Pero combatían también con la pluma: en los años
de la guerra aparecieron ya obras famosas de Mijail Sholojov, Alexei
Tolstoi, Konstantín Símonov, Alexander Tvardovski y otros
escritores.
Fadeiev
hacía constantes viajes al ejército de operaciones. Sus
crónicas del frente aparecían en Pravda y eran transmitidas
por radio. Expresaban la enjundia esencial de la literatura, el profundo
interés por la hazaña de los que se habían encarado
con la muerte para atajar con su pecho el camino al fascismo.
Encontrándose
en Moscú en el verano de 1943, Fadeiev fue en cierta ocasión
al Comité Central del Komsomol. Allí estaban estudiando
unos documentos, recién recibidos de la pequeña ciudad
minera de Krasnodon, relativos la organización clandestina Joven
Guardia que actuaba allí. Fadeiev se llevó los documentos
para estudiarlos y marchó a Krasnodon con los documentos para
redactar su famosa novela.
Criado
en una familia de revolucionarios, desde la edad escolar Fadeiev había
elegido el camino de la revolución:
"Estudiábamos
con el escaso dinero de nuestros padres. Mi padre y mi madre, practicantes
en una aldea retirada, trabajaban ellos mismos la tierra. En igual caso
se hallaban mis contados compañeros de escuela [...]
Rebosábamos
entusiasmo liberador porque en Siberia y el Extremo Oriente ruso se
había afirmado por entonces el poder del almirante Kolchak, más
cruel que el poder antiguo. Rebosábamos entusiasmo patriótico
porque nuestra tierra patria era pisoteada por las botas herradas de
los intervencionistas. Como escritor debo mi nacimiento a aquella época".
A los 17
años, ingresó en el Partido Bolchevique. Al poco tiempo
se unió a los guerrilleros que luchaban por la liberación
del Extremo Oriente. De simple combatiente, llegó a comisario
de brigada. La rigurosa escuela de la lucha guerrillera fue de gran
provecho para el futuro escritor. Peleó codo a codo con muchas
figuras relevantes del movimiento revolucionario, como Serguei Lazó,
legendario jefe guerrillero del Extremo Oriente, o Vsevolod Sibírtsev,
primo hermano del escritor, hechos prisioneros por los contrarrevolucionarios
y quemados vivos en la caldera de una locomotora de vapor.
Del fusil
y la hoguera en plena taiga, Fadeiev pasa a la mesa de despacho, a la
labor de literato. Pero no de golpe. Primero ingresa en el Instituto
de Minas de Moscú para volver más tarde como ingeniero
a Primorie, donde tiene muchos amigos entre los mineros. Reparte su
tiempo entre los estudios y la labor de Partido, y para continuar ésta
es enviado en 1924 al Cáucaso.
Únicamente
en 1926, cuando ha terminado La derrota, pasa a ser la literatura
la ocupación esencial de Fadeiev, que compaginaba el trabajo
de literato con una gran actividad política. Fue reiteradamente
elegido a los organismos dirigentes del Partido y del Estado soviético
y durante tres decenios presidió la organización de los
escritores de la URSS.
La primera
novela de Fadeiev, La derrota, acerca de la guerra civil en el
Extremo Oriente, fue ya una de las mejores producciones de la joven
literatura soviética. En ella, la rigurosa verdad de lo cotidiano
se codea con el sueño de lo que ha de ser el hombre nuevo y con
la lucha heroica por él.
Este tema
fue desarrollado en su segunda novela, El último de los udegnés,
donde unos jóvenes "hablaban del hombre nuevo como de
un sueño del futuro, como de algo que todavía ha de ser
alcanzado, sin sospechar que justamente ellos son hombres nuevos vivos,
cada uno de cuyos pasos en la Gran Guerra Patria de nuestro pueblo va
iluminado por la luz de los pensamientos y los hechos más grandes
que ha conocido la humanidad".
Embargado
por la nueva idea creativa, Fadeiev partió para Krasnodon que
había sido, en efecto, arena de acontecimientos sorprendentes
y, al mismo tiempo, muy típicos de la Unión Soviética.
Los ocupantes alemanes irrumpieron allí en el otoño de
1942, pero en esos mismos días nacía en la ciudad la organización
komsomol clandestina Joven Guardia, en la que ingresaron alrededor de
cien jóvenes de ambos sexos.
Los fascistas
se consideraban dueños de la ciudad, pero sobre ella ondeaban,
los días de fiestas soviéticas, banderas rojas colocadas
por los muchachos de La Joven Guardia. La propaganda de Goebbels pregonaba
la bancarrota del primer Estado socialista del mundo, pero los habitantes
de Krasnodon leían octavillas preparadas en el Estado Mayor de
La Joven Guardia, informando de la creciente resistencia popular a los
ocupantes. Los jóvenes guerrilleros conseguían armas,
realizaban audaces golpes de mano, castigaban implacablemente a los
traidores.
Durante
la guerra, en muchas otras ciudades y aldeas ocupadas existían
también organizaciones clandestinas que combatían contra
el fascismo. Como héroes combatieron y como héroes murieron
los jóvenes antifascistas de Krasnodon. Entregados por un provocador,
casi todos cayeron en manos de la Gestapo. Ninguno vaciló ni
se amedrentó. Fueron a la muerte con la cabeza en alto y una
canción revolucionaria en los labios.
El 15 de
septiembre de 1943 apareció un decreto del Presidium del Soviet
Supremo de la URSS condecorando a los miembros de la organización
guerrillera clandestina.
Un año
y nueve meses vivió Fadeiev en Krasnodon entregado de pleno a
la novela, manteniendo entrevistas con familiares y amigos de los miembros
de La Joven Guardia: "Puedo decir sin exageración -declaró-
que pinté a los héroes de Krasnodon con gran amor y entregué
a esos héroes mucha sangre de mi corazón".
La Joven
Guardia se publicó en periódicos y revistas a lo largo
del año 1945 y, en 1946, se editó el libro y enseguida
adquirió la obra amplísima popularidad (más tarde
fue llevada a la pantalla, a la ópera y al teatro). Fadeiev supo
presentar de modo veraz las fuentes sociales e ideológicas de
la resistencia de todo el pueblo a los invasores fascistas, describir
a héroes auténticos. En estos héroes integros revivió
el luminoso y noble ideal por cuyo logro lucharon los personajes de
La derrota y de El último de los udegnés.
El libro
canta el heroísmo masivo del pueblo soviético. Al autor
no le importaba sólo la descripción de los sucesos, sino
también su contenido interno, la descripción de las raíces
políticas del heroísmo de todo un pueblo, que están
en la forma de vida de las masas bajo el socialismo. Fadeiev mostró
de manera convincente que el socialismo es el único modo de vida
posible para la humanidad. Por el contrario, el pueblo consideraba el
"orden" fascista como algo opresivo y moribundo. Recordando
su vida de antes de la ocupación, Uliana Grómova pronuncia
unas palabras que podría repetir cada uno de los personajes de
la novela: "O viviré así o no viviré en
absoluto". La necesidad de luchar por el socialismo se convirtió
en una exigencia interior para el hombre soviético.
Como muestra
el autor, las tradiciones revolucionarias de los padres y los hermanos
mayores estaban unidas por lazos consanguíneos en la sociedad
soviética con los hechos y los pensamientos de la juventud. Oleg
Koshevoi toma el nombre clandestino de "Kashuk", apellido
de su padrastro, que participó en la lucha guerrillera durante
la guerra civil. El libro tiene de epígrafe unas palabras de
una canción de la época revolucionaria: "Adelante
hacia la aurora, camaradas de lucha". En la cárcel,
las muchachas entonan canciones revolucionarias del pasado, y con esas
canciones van los de La Joven Guardia al lugar de la ejecución.
El escritor
percibía cómo debían conducirse los jóvenes
en semejantes condiciones. "Cuando empecé a trabajar
en 'La Joven Guardia' -confió a uno de sus viejos amigos-
tuve la impresión de que no estaba escribiendo acerca de la organización
clandestina de Krasnodon en el período de la segunda guerra mundial,
sino de la lucha bolchevique clandestina en Vladivostok".
En la primera
versión de la novela, que con razón se centra en los miembros
de La Joven Guardia, también se dedica un lugar considerable
a las personas de la generación mayor, al relato de las operaciones
del Ejército Rojo, a la meditación sobre la marcha de
la guerra. Cierto que las imágenes de los bolcheviques mayores
no obtuvieron relieve suficiente entonces y el autor retocó más
tarde, bajo la influencia de la crítica, algunas líneas
de la novela. Esto se debe a que, al comenzar a escribirla, aún
no poseía datos -se conocieron algo más tarde- sobre los
dirigentes de la actividad clandestina, que observaban minuciosamente
todas las leyes de la conspiración durante la guerra. Sin embargo,
en su plan creativo figuraba desde el primer momento pintar un cuadro
único de los sucesos con participación de todo el pueblo,
de todas las generaciones.
Pero su
novela no trata sólo de la juventud: "Cometería
un gran error el crítico literario que enfocara esta novela como
una novela acerca de la juventud. Encierra la idea de que yo personalmente
quería impregnar la novela, escrita con mucha más amplitud.
Para mí tienen importancia los luchadores clandestinos adultos
y todas las relaciones de las generaciones, este tema del hombre sencillo
que yo procuré encarnar no sólo en los jóvenes,
sino también en los adultos, en sus padres, y en sus relaciones
mutuas".
En la primera
versión, la experiencia de los luchadores clandestinos adultos
estaba insuficientemente desarrollada. Al retocar la novela sobre la
base de los documentos que se conocieron a fines de la década
del 40 acerca del comité clandestino del Partido del distrito
de Krasnodon, Fadeiev dio mucho más color, en su redacción
del año 1951, a las figuras de los comunistas Liutikov, Protsenko
y demás. Así en la obra adquirió su debido reflejo
el papel del Partido Comunista en la II Guerra Mundial y se complementan
los komsomoles con los dirigentes comunistas de mayor experiencia.
Fadeiev
reflexiona también sobre los rasgos distintivos de la generación
que se incorporó a la lucha, con muchas facetas propias, nuevas,
inimitables.
Basta recordar
las vías de desarrollo de la sociedad soviética, meditar
sobre las cualidades que arraigaron entre los soviéticos en el
curso de la revolución, de la lucha por el socialismo, luego
en los planes quinquenales, para comprender la idea de Fadeiev acerca
de la síntesis de las peculiaridades combatientes que penetraron
entre los jóvenes que se enfrentaron a los nazis en la II Guerra
Mundial. El escritor pintó retratos veraces de personas que actúan,
piensan y sienten a su manera en virtud de las circunstancias de la
vida, a tenor de su carácter y de la nueva sociedad que estaban
creando y defendiendo.
Especialmente
entre la juventud, el heroísmo antifascista palpita y no para
ni siquiera en los momentos finales. Cuando Liubov Shevtsova iba a ser
fusilada por las hordas hitlerianas, quisieron ponerla de rodillas para
dispararle el tiro en la nuca, pero ella se volvió de cara hacia
la bala fascista. Pero aunque Fadeiev no oculta su admiración
hacia los jóvenes militantes clandestinos, no quería que
sus personajes tuvieran los rasgos de algo excepcional, netamente aparte.
Sus personajes, modestos y sencillos, poseen sublimes rasgos de coraje
en la lucha.
Literato
muy personal, Fadeiev se asemeja al mismo tiempo a Gorki por la tendencia
a concentrarse precisamente en la fuerza de lo nuevo, de lo que hay
en el trabajador consciente, en el luchador.
Los miembros
de La Joven Guardia -dijo una vez Fadeiev- son, naturalmente,
muchachos y muchachas soviéticos de vanguardia, pero al mismo
tiempo gente corriente y sencilla. Sin embargo, el hombre de verdad
se revela en sus mejores aspectos cuando se halla ante un gran desafío.
Entonces es cuando saca lo mejor que lleva dentro, su impulso de rebeldía.
La novela
es una narración épica penetrada de lirismo. El autor
tan pronto se dirige al lector como a los personajes del libro. En otros
casos habla en nombre de los protagonistas de la novela o debate en
forma publicística los sucesos descritos. En las digresiones
del autor se juntan la percepción de los sucesos vividos y la
síntesis de su propia experiencia guerrillera. A menudo se produce
el paso de las digresiones líricas directamente a la narración
y, viceversa, los "monólogos interiores" de los personajes
se funden con el verbo del autor, y resulta ya difícil distinguir
dónde ha terminado la manifestación del personaje y dónde
ha tomado la palabra el propio novelista.
La fuerza
ideológica de los soviéticos también es manifiesta
con comparaciones y contrastes. En realidad, toda la novela está
edificada sobre un choque abismal: de una parte, la vida luminosa y
espléndida de la sociedad socialista, los anhelos colectivos
que mueven a los soviéticos; y de otra parte, las tinieblas,
el horror, la arbitrariedad, los usos misantrópicos que trae
el fascismo. El enfrentamiento de los hombres verdaderos con los verdugos
fascistas engendra las colisiones trágicas y el violento conflicto
de la novela.
En La
Joven Guardia, Fadeiev prosiguió la lucha que sostuvo toda
la vida con los enemigos de la revolución. Relata las torturas
y los apaleamientos a los que los nazis sometían a los soviéticos,
los horrores de las mazmorras de la Gestapo y las ejecuciones sumarias.
Descubrió la proximidad interna entre los métodos fascistas
y los que el imperialismo internacional reconoce "legales".
Fenbong, un miembro de las SS explica con naturalidad que tanto los
capitalistas como los nazis saquean y se lucran, sólo que unos
lo hacen con medios "legales" y los otros empleando las armas.
El hecho
de que la novela termine con la muerte de los militantes de La Joven
Guardia traspasa con un dolor lacerante el corazón del lector.
Sin embargo, no es una nota luctuosa desesperada la que vibra en las
páginas finales del libro, donde se enumeran los nombres de los
héroes caídos. La Joven Guardia es una tragedia
sublime que ensalza el valor y la firmeza del combatiente y llama a
la lucha contra el fascismo.
No hay
que olvidar el carácter documental de la novela. Pero siguiendo
las huellas de los sucesos reales, Fadeiev subraya que había
escrito no la historia auténtica de los militantes de La Joven
Guardia, sino una novela con inventiva literaria. Las leyes de la
creación artística autorizaban a Fadeiev cierta reagrupación
de los episodios, su desplazamiento cronológico y demás.
También hacía falta la inventiva artística para
representar los impulsos de los personajes. Las escenas escritas con
mayor minuciosidad son aquellas en que aparecen condensadas las ideas,
los sentimientos y las sensaciones de las personas.
Transcurren
años, decenios, pero el recuerdo de los héroes no se borra,
se recrea en el corazón y en el alma de los actuales combatientes
antifascistas y antimperialistas.