Okamoto Kanoko
Okamoto Kanoko (1 de marzo de 1889, Tokio, Japón + 18 de febrero de 1939, Yokosuka, Prefectura de Kanagawa, Japón) nació en Tokio, en el año 1889. De familia rica, fue criada por su nana
quien trató como a una princesa; además, educó en las femeninas artes del waka
(versos japoneses compuestos de 31 sílabas), caligrafía, danza y koto (instrumento
conocido como el harpa japonesa). Kanoko era lectora de los clásicos japoneses y estudiosa del chino.
En el verano de 1909, Kanoko conoció a Okamoto Ippei (1886-1948), en agosto se
casaron. Su primer hijo, Tarô, nació en febrero del siguiente año. La vida del matrimonio
no fue sencilla, Ippei con dificultad ganaba suficiente dinero para sostener a su familia y
ella, mimada a lo largo de sus primeros años, no sabía nada sobre las labores del hogar.
Para colmo, el hermano mayor de Okamoto murió repentinamente en 1912, seguido por su madre y; mientras tanto, el padre se enfrentaba a la bancarrota. En 1913, Kanoko dio a luz a su primer hija pero, inmediatamente, en el otoño de ese mismo año, Kanoko fue hospitalizada por una crisis nerviosa. Poco después de ser dada de alta, en 1914, su hija también falleció. Kanoko se refirió a esta época como sus “días en el infierno”. En 1915, engendró a su tercer hijo, un pequeño que también murió siendo un infante.
Se cree que, a causa de los terribles eventos en su vida y, bajo la pretensión de sanar su matrimonio, Kanoko dio inicio a la búsqueda de la paz espiritual. En un principio probó con el cristianismo y le resultó insatisfactorio; posteriormente, se encaminó hacia el budismo, donde es reconocida como una estudiosa distinguida (sus escritos en materia budista son muy bien valorados). A la par de sus prácticas religiosas, Kanoko comenzó a asistir a reuniones de estudio y conferencias. También, sintió necesidad de producir ficciones.
Para su época, vida amorosa de Kanoko fue extraordinaria. Ella e Ippei aceptaron como inquilino -dentro de su casa- a Tsunematsu Yasuo (estudiante de la Universidad de Keio). Este joven, eventualmente, se convirtió en el amante de Kanoko; hecho que Ippei aceptó. En 1923, Kanoko fue internada a causa de una cirugía menor. Ahí se enamoró de su doctor, Niida Kamezo. Éste último fue despedido a causa de la relación entre ambos, por lo que fue forzado a llevar a cabo sus prácticas en Hokkaido. Entre 1925 y 1928, Kanoko pasó sus días viajando entre Tokio y Hokkaido, dejando en casa, a la espera, a Ippei y Tsunematsu (Mulhern, 1994).
En 1933, Kanoko sufrió otro golpe a su salud y fue hospitalizada. En diciembre de 1938 decayó nuevamente. Ippei y Niida hacían de sus enfermeros en casa. Sin embargo, días después, el 18 de febrero, murió a los 49 años de edad. Entre los dos hombres la prepararon para el funeral, ellos mismos la peinaron y maquillaron.
Okamoto Kanoko comenzó su carrera literaria como poeta waka. Su hermano Yukinosuke, quien en 1906 entró al “Círculo de Nueva Poesía” (Shinshi-sha) la invitó a unirse. Una vez ahí, Yosano Akiko reconoció su talento y le pregunto si podía escribir en la revista de poesía Myôjô. En 1908, Kanoko conoció a Hiratsuka Raichô, una de los líderes tempranas del movimiento feminista en Japón, la cual la invitó a participar en la publicación feminista Seitô (Bluestocking).
Subsecuentemente, Kanoko publicó sus primeras colecciones poéticas y ensayos sobre budismo. En busca de un medio literario que le permitiera expresar mejor la complejidad y variedad de sus emociones comenzó a sentirse atraída por la ficción. Muchos de sus ensayos más populares sobre el budismo incorporan anécdotas y pequeñas historias. En 1919 publicó su primer trabajo de ficción, Kaya no Oitachi
Los siguientes diez años los dedicó al estudio de obras literarias, tanto occidentales como de la modernidad japonesa; estaba decidida a convertirse en novelista. Se unió a grupos literarios y conoció a grandes escritores como Akutagawa Ryûnosuke y Kawabata Yasunari, de quienes se dice que la tenían en muy buena estima.
En 1936 publicó Tsuru wa Yamiki en la revista literaria Bungakkai, asociada a Kawabata. Se trata de una novela corta que describe los últimos días del escritor Ryûnosuke Akutagawa. Después de eso, publicó Hahako Jojô, Kingyo Ryôran y Rogishô, entre muchas otras obras de rápida sucesión, incluidos ensayos y poesía (la cual no dejó hasta el final de sus días). Era una escritora verdaderamente prolífica
El arte en Kanoko Okamoto es la fuerza creativa de la vida misma, es el florecimiento de la energía maternal, dadora de luz. Las flores son fuertes, las mujeres son fuertes: “The form of a flower is the idea of the universe, containing everything (Kanoko, 1963, p. 345)”. En el brevísimo cuento Sushi, el relato comienza con un niño enclenque, caprichoso y débil; que, hacia el final, reconocemos como un hombre excelente, guapo y enérgico. Esta transformación, se debe exclusivamente a la única relación efectiva que un niño puede reconocer, el amor tirante, luminoso, de una mujer. En este caso, su madre.
Subsecuentemente, Kanoko publicó sus primeras colecciones poéticas y ensayos sobre budismo. En busca de un medio literario que le permitiera expresar mejor la complejidad y variedad de sus emociones comenzó a sentirse atraída por la ficción. Muchos de sus ensayos más populares sobre el budismo incorporan anécdotas y pequeñas historias. En 1919 publicó su primer trabajo de ficción, Kaya no Oitachi
Los siguientes diez años los dedicó al estudio de obras literarias, tanto occidentales como de la modernidad japonesa; estaba decidida a convertirse en novelista. Se unió a grupos literarios y conoció a grandes escritores como Akutagawa Ryûnosuke y Kawabata Yasunari, de quienes se dice que la tenían en muy buena estima.
En 1936 publicó Tsuru wa Yamiki en la revista literaria Bungakkai, asociada a Kawabata. Se trata de una novela corta que describe los últimos días del escritor Ryûnosuke Akutagawa. Después de eso, publicó Hahako Jojô, Kingyo Ryôran y Rogishô, entre muchas otras obras de rápida sucesión, incluidos ensayos y poesía (la cual no dejó hasta el final de sus días). Era una escritora verdaderamente prolífica
El arte en Kanoko Okamoto es la fuerza creativa de la vida misma, es el florecimiento de la energía maternal, dadora de luz. Las flores son fuertes, las mujeres son fuertes: “The form of a flower is the idea of the universe, containing everything (Kanoko, 1963, p. 345)”. En el brevísimo cuento Sushi, el relato comienza con un niño enclenque, caprichoso y débil; que, hacia el final, reconocemos como un hombre excelente, guapo y enérgico. Esta transformación, se debe exclusivamente a la única relación efectiva que un niño puede reconocer, el amor tirante, luminoso, de una mujer. En este caso, su madre.