Escritor
y poeta español cuya obra desarrolló el género autobiográfico como
forma novelística. (Salamanca, 17 de junio de 1693 + ibíd., 19 de junio 1770)
Hijo de un librero, estudió gramática latina con el humanista don Juan González de Dios. Hacia los quince años obtuvo en un concurso público una beca para el Colegio Trilingüe, donde permaneció de 1709 a 1713, con muy poco provecho intelectual, y entregado más bien a la satisfacción de sus instintos anárquicos. Abandonados los estudios, que hubieran resultado fundamentales para su formación humanística, se dedicó a lecturas de todo género, sin plan determinado alguno; mientras tanto, continuaba su vida de ocio y desorden.
Hijo de un librero, estudió gramática latina con el humanista don Juan González de Dios. Hacia los quince años obtuvo en un concurso público una beca para el Colegio Trilingüe, donde permaneció de 1709 a 1713, con muy poco provecho intelectual, y entregado más bien a la satisfacción de sus instintos anárquicos. Abandonados los estudios, que hubieran resultado fundamentales para su formación humanística, se dedicó a lecturas de todo género, sin plan determinado alguno; mientras tanto, continuaba su vida de ocio y desorden.
Deseoso de libertad, huyó en 1713 a Portugal, y
después de haberse hecho pasar por médico en Coimbra, actuó,
sucesivamente, como bailarín, guitarrista, titiritero y militar.
Desertor, ingresó en una cuadrilla de toreros, y volvió con ellos a la
patria. De nuevo en el seno de la familia, se dedicó al estudio de las
matemáticas y la física, siquiera todavía sin un método ordenado, y
compuso pronósticos o almanaques, publicados anualmente bajo el
seudónimo de "El Gran Piscator Salmantino".
En 1715, y para disfrutar de los beneficios de
una capellanía, recibió el subdiaconado. Luego trabajó como bordador en
Madrid; más tarde actuó en calidad de exorcista de espíritus y brujas, y
complicó en sus embrollos, entre otros, a la condesa de Arcos, que le
tuvo en su casa durante dos años. Participó en concursos públicos, fue
encarcelado, absuelto y nombrado vicerrector. Y, finalmente, obtuvo en
1726 la cátedra de matemáticas de la Universidad salmantina. En 1745, a
los cincuenta y dos años, fue ordenado sacerdote. Vivió de preferencia
en Salamanca y Madrid, y estuvo protegido por los duques de Alba, de
quienes llegó a ser administrador, y bajo cuyo amparo permaneció hasta
el fin de sus días.
Su admiración por Francisco de Quevedo
fue un hecho de gran relevancia que influyó en su obra literaria y en
la visión crítica y satírica de la sociedad de su tiempo. Si bien en Ocios políticos en poesías de varios metros (1726) ya dio muestras de su talento para la burla, en Sueños morales (1727 y 1728), basada en los Sueños de Quevedo y subtitulada Visiones y visitas de Torres con Francisco de Quevedo, satirizó con crudeza a sus contemporáneos.
En esta obra, que algunos consideran su creación
más importante, asumió el protagonismo personal y, valiéndose de un
estilo expresionista brillante y hasta excesivo en la descripción de los
personajes, trascendió el mero retrato humorístico para mostrar la
repugnancia que le producían ciertas costumbres y comportamientos. No
había en él intención de ser fiel a la realidad en tales descripciones,
sino de configurar una visión del mundo a partir de la forma
distorsionada del sujeto que tomaba como referencia. Sin mayores
novedades estilísticas ni conceptuales publicó en 1743 La barca de Aqueronte, una sátira contra médicos, abogados, jueces, mujeres, nobles, académicos, etc., que escribió en 1731.
Todos los elementos y propósitos trazados en sus Sueños morales se desarrollaron con maestría en Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel
(1743-1758). En esta obra el "famosísimo tunante" enlazó con la
tradición picaresca para hacer del género autobiográfico, a diferencia
de muchos de sus contemporáneos que lo practicaron, una biografía, o
acaso deba decirse una radiografía, de una clase social emergente en el
siglo XVIII, la burguesía, a la que, en cierto modo, él pertenecía. Al
menos su mentalidad era burguesa en la medida en que, coincidiendo con
los burgueses, daba a su producción literaria un sentido utilitario,
publicando sus obras "con el beneficio de la suscripción". Incluso en el
prólogo no dudaba en reconocer con cierto cinismo que el propósito
último de escribir y publicar libros era económico: "Tú dirás que Torres
ha hecho negocio en burlarse de sí mismo y yo diré que tienes razón
como soy cristiano". Es desde esta perspectiva burguesa y merced a un
cuidadoso estilo y novedosos recursos técnicos que la autobiografía
deviene género novelesco en Torres Villarroel.
Dividida en seis partes o "trozos", correspondientes a otros tantos decenios de la vida del escritor, la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor Diego de Torres Villarroel
pone de manifiesto una personalidad original y extravagante que, aunque
refleje su vida en los espejos deformantes de la novela picaresca,
tiene en parte una base real más allá de modas o tradiciones literarias.
Investigaciones de documentos atestiguan que, en efecto, la obra es una
auténtica biografía encajada dentro de la pauta de las novelas
picarescas.
Los tres primeros libros narran especialmente
las aventuras de un típico "pícaro" que, tras una infancia turbulenta e
inquieta y empujado por un indomable temperamento aventurero, abandona
hogar y estudios y huye a Portugal para vivir una vida de vagabundo,
como criado de un ermitaño, bailarín, tocador de guitarra, soldado,
médico y torero. Los libros siguientes refieren sus desordenados
estudios de autodidacta, la vida errante del estudiante ingenioso, sus
éxitos como autor de almanaques astrológicos y, finalmente, la carrera
de profesor de matemáticas en la Universidad y su vida de sacerdote.
Aunque el autor muestre su gusto por la
exageración y la sátira, y por las diatribas contra la cultura o, mejor
dicho, contra la incultura de la época, adquieren notable relieve las
bufonerías de la desvergüenza, un sarcasmo a lo Quevedo que no sólo se
hace patente en el violento hipérbaton y en el placer por lo crudo y lo
grotesco, sino también en la misma creación de las palabras, y que acusa
el influjo de la prosa barroca de los Sueños de Quevedo. El
último libro más bien tiene el carácter de un conjunto de rápidos
apuntes que de una ordenada autobiografía. A pesar de su deformación
grotesca, la Vida de Diego de Torres Villarroel es una obra
sincera y, aparte ser un documento vivo sobre una personalidad y sobre
una época, es una de las manifestaciones más significativas de la
literatura española del siglo XVIII, en cuanto sella, con la extinción
de la picaresca, toda una tradición narrativa y moral.
La moderna revalorización de la obra de Torres
Villarroel dio lugar a un análisis más atento de su producción poética,
en la que, como en la casi desconocida Conquista de Nápoles,
asumió con naturalidad las influencias conceptistas y las culteranas
para definir su personal estilo. Entre las numerosas obras restantes que
escribió en los intervalos de sus aventuras cabe mencionar Sacudimiento de mentecatos habidos y por haber (1726), Los desahuciados del mundo y de la gloria (1736-1737), Juguetes de Talía (1738), Anatomía de lo visible y de lo invisible en ambas esferas (1738), Vida natural y católica (1743), El ermitaño y Torres (1752), Recetas de Torres, añadidas a los remedios de cualquier fortuna, El gallo español, Vida de la venerable madre Gregoria de Santa Teresa y numerosos tomos de Pronósticos, en los cuales predijo la muerte de Luis I, el motín madrileño contra Esquilache o la Revolución francesa.