Ramiro de Maeztu reverdece desde su faceta periodística

 
Valladolid. Periodista, miembro de la Generación del 98, regeneracionista, corresponsal en Londres, luego diplomático en Argentina, y por último, primer intelectual fusilado en el bando republicano al comenzar la Guerra Civil. Ramiro de Maeztu (1874-1936) escribió cientos de artículos, muchos de ellos recogidos en libros, y ahora su sobrina-nieta María Josefa Lastagaray y La Ergástula Ediciones han recopilado sus artículos desde el frente inglés en la I Guerra Mundial.

Hijo de un cubano de origen vasco y de una inglesa afincada en París, Maeztu es el primero de una prole de cinco hijos educados en Vitoria y que pronto se mudan a Bilbao. Un viaje a Cuba le abre los ojos sobre el desastre que estaba por venir.
Da sus primeros pasos como periodista en Bilbao y «en 1897 tiene que huir a Madrid por un enfrentamiento con un cacique importante, Chávarri», explica su sobrina-nieta. Pronto coincide en ‘El País’ con Baroja y Azorín, conocerá a Ortega en el periódico de su padre, ‘El Imparcial’, y «se interesa por el regeneracionismo de Costa, las doctrinas de Marx y Nietzsche». En 1905 ‘La correspondencia de España’ le propone un nuevo trabajo en Londres. «Allí se encuentra con un ambiente intelectual muy rico, confraterniza primero con el ‘socialismo de corbata’, con personajes como Shaw o Welles. Después, tras comenzar su formación kantiana en Alemania, vira hacia un socialismo gremial que en Londres se movía en torno a la revista ‘The new Age’».


Cuando comienza la Guerra es invitado a acompañar a los soldados británicos a los frentes occidentales y así lo hará durante las primaveras de los tres años primeros años y en el verano del último del enfrentamiento. «En los artículos de la primera visita nos habla de la ‘ocurrencia del soldado minero’, cómo asediar la trinchera alemana con una zanja desde la que lanzar las minas. Otra técnica descrita es la de los raids. 



Escribe sobre los servicios de sanidad en la retaguardia, el hospital de convalecientes –esos que podían volver al frente–, sobre la formación de los soldados para usar la bayoneta, el taller de reparación –lo que hoy sería el reciclaje de todo, desde el periscopio hasta máscaras, botas o arreos de caballos–, la panadería militar, los dos pisos de las trincheras y sus usos», se detenía la historiadora. «En la segunda visita al frente es casi al final de la batalla del carbón. Allí vieron el mensaje dejado por los alemanes; ‘No os disgustéis, asombraros solamente’. En la tercera habla mucho de la aviación y en la cuarta, de temas como ‘el civismo en el frente’». Junto a Lastagaray, estaba Elena Vega, editora de La Ergástula. «Son 66 artículos a los que hemos dotado de un hilo conductor, un estudio histórico de Raúl Catalán y otro biográfico de María Josefa». Jorge Francés, presidente de la Asociación de la Prensa de Valladolid, organizadora del acto, hizo las veces de presentador y Carlos Belloso esbozó el contexto del libro.